El titiritero Azazel

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Una tarde mientras iba de regreso a casa después de la universidad, presencié una escena escalofriante: Había una persona caminando entre las vías de la autopista, no sé si estaba borracho, si había consumido algún alucinógeno o algo parecido. Sólo sé que de un momento a otro y en fracción de segundos, se balanceo hacia el autobús y el chofer rápidamente salió de su curso y evitó atropellarlo. Al mismo tiempo que vociferaba groserías al individuo mientras  los demás estudiantes reían y comentaban, o sólo opinaban de la destreza del conductor.

Pero yo - yo quedé fría! - Pensaba en lo que pudo haber pasado, pero también en el individuo que dejábamos atrás. ¿Acaso llegaría con vida a algún lado? ¿Acaso estaba consciente de que iba a morir hacía solo un momento?- Yo creo que no. No tenía cara de saber nada en absoluto, sólo daba bandazos de un lado para otro en la autopista. Caminaba como zombie. Sin sentimiento alguno dibujado en el rostro. Parecía un títere al que manipulan hilos invisibles.

Pasé toda la noche y el día siguiente pensando cómo Satanás tiene la gente. Cómo hacer de sus vidas un teatro en el que cada día presenta una nueva función. Cómo hay gente que se siente libre atado de manos y pies. Cómo existen personas a quienes les regalan unas tijeras y en vez de cortar el hilo se la entregan al mismo diablo para que esté más cómodo al manipularlo esta vez.

Suena desastroso pero es así. Cómo es posible que, si alguien que se preocupa por ti,  te de una solución, una salida y le digas - ¡Yo estoy bien así. Yo soy así! o simplemente andes huyendo de todas partes porque no puedes adaptarte en ningún lado.

Hoy piensa en la rutina que tienes y averigua si esas acciones salen de ti o simplemente no tienes idea de porqué lo haces. Si solo son cotidianidades que haces en automático desde que despiertas en la mañana o si en realidad está consciente de cada paso que das en tu diario vivir.

Lismel Dipré

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