Capítulo 3

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[S u s p i r a r s i n  t e n e r  n a d a]

Mirando la profundidad de mis ojos grises que me reflejaba el espejo, mirando mi cabello negro, mirando mi tez pálida, mirando lo rojizo de mis labios, mirando el poco maquillaje que tenía, mirándome.

Perdiendo mi mirada en un mar sin salida, en mis pensamientos llenos de olas.

Me sentía vacía por alguna razón. Después pensé en la negatividad que me estaban llevando mis pensamientos y esa no era yo, no creía en los rumbos que estaban tomando mis emociones, y delicadamente cayó una lágrima, rozando el pómulo, hasta perderse.

Después miré mi semblante triste, miré mi mirada sin color, mire que yo no era la Adrianna que esperaba ser a los diecisiete.

Mi enorme cuarto color blanco, con el bonito diseño de los muebles, y la suavidad de la seda de mi cama; se sentían solas, solas como su dueña. Pensaba en mi madre, que estaría en el cielo, cuidándome, pero a la vez no, por qué me había dejado sola físicamente, y me dolía, siempre me dolió. Creía que mi vida era tan apagada como el cielo a punto de caer una tormenta.

Pensé en mi padre, el cual teniendo un imperio no era feliz, lo veía amargado, con un semblante serio, con la mirada pérdida, pero cuando él me veía a mí, veía un poco de vida en esos fríos ojos verdes, veía el brillo de la esperanza.

Luego Giordana, ¿en que limbo esa pequeña niña de sonrisa linda estaba? Recordé cuando nosotras dos reíamos por cualquier cosa, veíamos series, hablábamos de las travesuras que le hacíamos a las señoritas de la limpieza. Todo eso fue hace tanto tiempo, pero luego cambió... ella quería dormir, ignorar a los demás, ignorar todo, se la pasaba leyendo libros de fantasía, y ya no salía tanto conmigo.

Pero era irónico, por que yo tampoco ya no era la misma, las dos cambiamos a nuestra manera, tal vez por qué supimos dejar de ignorar nuestra triste realidad...

El padre de Giordana la obligaba a asistir a fiestas con hombres importantes, a sacar las notas más perfectas, a vestirse con un estilo de ropa, a hablar con más respeto. Recuerdo esa vez cuando mi amiga me decía que un hombre del cual tenía que acompañar–por que su padre le ordenó– la había tocado de más.

Si tan solo me hubiera dicho quien era, pero se niega rotundamente. Tengo aún ese dolor al ver la mirada de Giordana.

Ella solo quiere ser ella, quiere vestirse a su modo, quiere hacer tantas cosas que su padre le prohíbe, quiere viajar, quiere huir...

Querer hacer más allá que reunir influencias y ganar dinero en nuestro mundo era imposible.

Yo quería pintar, quería perderme en los colores de la vida, crear mi propia arte, mis obras, quería liberarme, y quería huir...

Recordé a Reinaldo esta mañana muy feliz con Gabriella Ricci; una chica pelirroja, de hermosos ojos verdes, muy hermosa, tenía la atención de varios chicos, si no mal recordaba había andado con un famoso cantante. Yo sabía que él y ella trabajaban en un proyecto juntos, y no lo pude unir a algo...más.

Recordé aquella vez en el Instituto cuando comencé a llorar en los vestidores de las chicas, ya que la clase estaba hablando sobre el día de las madres, y quería la maestra organizar una enorme fiesta en el Instituto como sorpresa, algo muy preciado para ellas, y yo simplemente me rompí; salí llorando sin que me notarán y Reinaldo me vio, él fue y me alcanzó. Me encontró abrazada a mis piernas, y él se agachó para abrazarme tiernamente.

Reinaldo Napoli era un chico con muchísimos rumores, como el que siempre tenía a una chica diferente cada día, vendía droga, hacía tratos ilegales, como el que siempre gastaba su dinero en bares, o carros, muchos rumores pero nadie sabía la verdad más que él.

No me dejes, por favor—le susurré a Reinaldo mientras los dos nos abrazábamos en el frío piso de los vestidores.

Yo no te dejaré, nunca—lo vi con una sonrisa que para mi perspectiva era muy hermosa, era calmante a mi dolor. Reinaldo me dio un pequeño beso en la boca, el primero.

Nunca me había atrevido a hablarle en la escuela, la primera vez que lo vi fue cuando su padre hizo un trato con el mío en mi casa, había llevado a su hijo, tenía 12 años al igual que yo, pero en toda la cena ninguno cruzó palabra.

Ni esa vez que supe que iba en mi mismo Instituto, no compartíamos clases pero siempre me miraba en la distancia, hasta aquella vez.

Nuestra relación hizo un impacto enorme en la escuela y en la prensa, pues su padre tenía algunas demandas en su empresa. Mi padre no me prohibido andar con él pero me dijo que me convenía alguien mucho más influyente, a veces solo quería gritarle y decirle que no todo en la vida era el prestigio y el nombre.

Reinaldo y yo mantuvimos nuestra relación casi oculta, solo nos reuníamos en los descansos, o en nuestras casas.

Es una persona demasiado amigable, le gusta bromear de cualquier cosa, no era para nada el chico que hacían ver con los miles de rumores, me contaba tantas cosas que se gano tanto de mi.

Me sobresalté por la suave melodía de mi iPhone notificando una llamada. Suspiré y tomé el aparato.

Era una llamada de Ross Marchetti, mi prima más cercana, me extrañaba demasiado su llamada, pues ella vivía en España y hace mucho que no la veía.

Ross es una chica de cabello negro, tanto como el mío, con grandes ondas, y unos preciosos ojos cafés, llenos de vida, y largas pestañas, para mi era una niña lindísima, llena de vida y espontaneidad. Aunque después de todo este largo tiempo esperaba verla igual de viva, y no en cambio yo...

Llamada de Rossel entrante

Desplace mi dedo por la pantalla y procedí a ponerme el aparato en mi oreja.

—¿Ross?—pregunté suavemente después de unos segundos en silencio.

—¿Adriee?—contestó una voz femenina, muy poco entendible, y después entendí que Ross estaba llorando, ya que el sonido de los sollozos comenzaron a escucharse.

Me alarmé y pensé por que ella me llamaría mi, ¿le había pasado algo?, ¿le hicieron algo?, no se me venía nada más que eso, hace tanto que fue la ultima vez que hablé con ella que su voz había cambiado.

—Sálvame.

Cerezaytristeza
¡hola!
¿Cómo estás hoy? ^^

Él es más que un chico malo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora