"Scarlett Blackwood, ¡Volvió! OMG"
"Genial: La puta de Hollywood ha vuelto"
"Pensábamos que vendías drogas debajo del puente de Brooklyn"
"¿Harás un nuevo film del Padrino? ¿Serías el Michael Corleone femenino?"
Fruncí los labios, cerrando la aplicación de Twitter con cierto sentimiento de confusión. Mientras el celular se calentaba entre mis dedos, mi mente viajó lejos, sopesando los comentarios que había recibido desde hacía días, cuando reactivé mis antiguas redes sociales: La mayoría de los fans se mostraban conformes con mi regreso; otros particularmente eran crueles, y una ínfima minoría se lo tomaban a juego. Por mi parte, seguía en shock, ya que todavía no lograba creerme que había desafiado al F.B.I con tal de salir nuevamente del hoyo donde me había metido Auditore.
La alarma del celular me hizo espabilar: Eran las siete de la tarde en punto, y la alfombra roja de End Game estaba por dar comienzo. Encendí el televisor, para colocarla en vivo en Youtube. En la pantalla aparecía el conteo regresivo: Faltaban todavía tres minutos para empezar, por lo que aproveché para ir a la cocina y servirme un vaso gigante de vino tinto. En lo que vaciaba el líquido oscuro, mis ojos se pasearon por la cocina; estaba enorme, así como la sala de estar y las habitaciones. El tráiler en el que me habían metido parecía una pesadilla ahora que volvía de nuevo al distrito central, a los barrios selectos de LA. No obstante, a pesar de que había vuelto la abundancia a mi vida, en mi interior la misma vagabunda seguía respirando: La prueba estaba en todo el vino que consumía tan sólo para mantenerme tranquila, sin llorar como una loca.
Al sentarme en el cómodo sofá, me fue imposible el no ver por la ventana enorme que daba una preciosa vista de la ciudad, con un sol poniente: Estaba en el paraíso, pero no me sentía como tal: más bien era una jaula de oro, vacía, donde sólo quedaba un alma dispuesta a morir antes de volver a sufrir.
Fueron treinta minutos, así como otros dos vasos de vino los que pasaron antes de ver entrar a Robert triunfal en la gala: Había bajado de un deportivo negro, y de la puerta del copiloto, su ex esposa salía flamante, sonriente, triunfal. Un sentimiento parecido al de la impotencia me abordó, orillándome a tomar todo el vino restante de mi vaso. Quizás era porque de golpe todas las vivencias bonitas con Robert me llenaron; o porque recordaba como él había sufrido cuando ella lo dejó sin miramientos, aún con hijos de por medio. Era atroz verlos; ella tomada de su brazo como si nunca hubiera ocurrido nada, y él...Bueno, por lo menos él era feliz. Sonreía. Hacía mucho tiempo que no lo veía de buen humor.
—Salud —murmuré, elevando mi vaso en dirección del televisor con una sonrisa apenas perceptible.
Había sido totalmente mi culpa: Me había derrumbado por un fantasma. Él había dejado atrás su pasado con tal de hacerme feliz. Y al igual que Susana, sólo lo había hecho sentir mal.
Quise llorar. Pero había llorado tanto en mi vida, que mejor me levanté por otro vaso de vino. Sin embargo, justo a medio camino llamaron a la puerta. Me detuve un tanto nerviosa; ¿quién podría ser? Los vecinos no eran de los que solían enviar pasteles o fruta para darle la bienvenida a los inquilinos; tampoco mi representante, pues se encontraba fuera del país arreglando sus negocios. Inspiré hondo, apretando el vaso más de la cuenta.
— ¿Quién es? —me acerqué, alzando el brazo, dispuesta a quebrar el vaso a quien fuera que estuviese detrás.
—Johnny... Johnny Depp —se escuchó después de varios segundos—. ¿Puedo pasar?
Lejos de relajarme, mis músculos se tensaron a más no poder. ¿Qué hacía aquí? ¿Quién le había pasado mi dirección? ¿Cómo...?
Mis pies fueron los primeros en traicionarme cuando me acercaron hasta la puerta. Tomé el pomo, insegura. Robert había tenido razón al decir que se había perdido demasiado tiempo, ¿conocería a la persona que estaba en el interior del cuerpo de Johnny? Apreté la mandíbula, abriendo la puerta. ¡Qué más daba!
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El presente es eterno. [#2]
FanficAhora que Scarlett se ha enterado de todo lo que su pasado le encierra, se ve condenada a enfrentarlo o ignorarlo; Fabrizzio Auditore sigue tras sus huesos al igual que Edgar Lancaster, sin embargo, varias incógnitas comenzarán a resolverse, y un nu...