Capítulo 8

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Han pasado cinco meses tras lo sucedido, Jane y Silver siguen acatando las órdenes que Cleyn les da, ahora son los mayores ladrones del país que no pueden ser encontrados, las cámaras no los captan y nunca hay algún testigo, los lugares a los que van casi siempre están alejados de la ciudad en donde se encuentran, evitando que siquiera tomen en cuenta la ciudad Shine.

Por otro lado las hermanas de Jane junto con Isabel siguen buscando y ya se dieron cuenta de que no están en el país, pero por desgracia al ser de una ciudad pequeña no tienen el poder de pedir un permiso para buscar en otros países así que Cariza tuvo que aceptar los empleos que le han ofrecido en ciudades más grandes con la excepción de que Isabel también fuera, desde entonces Cariza junto con Isabel han subido de rango hasta ser las más famosas policías de todo el país, pero por otro lado Isabel confirmo su temor, ella ya no es la primera al mando, sino Cariza, y si no fuera por ella no estaría ahí, a pesar de que lo ha intentado con todas sus fuerzas no logra llegar hasta donde estaba antes, pero no se siente mal por ello, ahora ella es la segunda al mando demostrando que puede hacerlo si alguien duda de su puesto, el objetivo de las dos estaba muy claro y lo estaban logrando, ya eran las mejores del país, no faltaba poco para que esa noticia llegue a E.U.A. y les llamen para que les ayuden con su problema, solo esperaban que el orgullo del actual presidente no se interpusiera en el camino, no cuando están tan cerca.

En este momento Cariza e Isabel se encuentran en la ciudad de México, en donde vive el actual presidente de México, están esperando afuera de las oficinas de gobierno para una conferencia que el mismo presidente Maximiliano solicitó, esperaban que fuera para lo que tanto estaban esperando. Después de media hora pudieron entrar para hablar con el presidente en una oficina, esta tenía una gran ventana, tres libreros que llegaban hasta el techo y un escritorio cerca de la ventana donde se encontraba el presidente al lado de una pantalla.

-Buenas tardes presidente Maximiliano- Saludaron cordialmente al unísono las policías.

-Buenas tardes señoritas, por favor siéntense- Saludó de igual forma el presidente al verlas -He solicitado su presencia aquí hoy por un petición de nuestro país vecino- Dijo apuntando a la pantalla donde se encontraba el presidente de Estados Unidos, Dean, al oír eso ninguna de las dos evitó dar una leve, casi invisible, sonrisa.

-Primero que nada me disculpo por mi informalidad, sé que ustedes son las mejores policías y detectives de su país, y el caso es que hay dos fugitivos que no puedo atrapar y necesito su ayuda, han robado joyerías, bancos enteros, ninguno de mis hombres ha podido con ellos, les pido por favor que me ayuden a atraparlos- Pidió el presidente con un aire de derrota.

-Nosotras con gusto le ayudaremos, pero la decisión de ir o no es de nuestro presidente- Dijeron al unísono volteando a ver a su presidente, no importa que tan lejos quieran ir, su lealtad hacia su país siempre está presente.

-Si ese es el caso, yo ya acepté su solicitud, mañana viajarán hacia haya, pero creo que primero deben decirle una última cosa ¿no creen?-

-Claro, presidente Dean, nosotras no estamos solas, hay dos chicas y un chico más que viajan junto con nosotras cuyas identidades tienen que quedar anónimas, si nos quiere ahí, tendrá que proporcionarles el equipo que vayan a necesitar para apoyarnos- Volvieron a decir al unísono con un tono serio.

-Está bien, todo para parar todo lo que está pasando- Aceptó el presidente Dean.

Terminado eso las dos policías se despidieron cordialmente todavía con una mirada seria y salieron de las instalaciones para subir a un carro con las ventanas polarizadas, al momento de que su chófer arrancara las dos dieron un grito de alegría asustando un poco a su conductor pero sacándole una risa.

Vida Inesperada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora