Todo comenzó aquella mañana del 23 de agosto, era el regreso a clases, había menos alumnos en mi salón, pero por fortuna, una de mis mejores amigas seguía en el mismo colegio, me dió mucho gusto ver a Mónica, en cuanto nos vimos, corrimos a abrazarnos y después caminamos juntas hasta nuestra aula, por fortuna era la misma que el ciclo escolar pasado, nos sentamos juntas, mientras nos poníamos al tanto de lo que había sucedido en vacaciones, la maestra de español entró a nuestra aula, con la noticia de que sería nuestra acesora durante el periodo de clases, nos dió nuestro nuevo horario y dió el reglamento para su clase y nos asignó un nuevo lugar en el que debíamos permanecer en el horario escolar, después de eso, la directora del instituto entró al aula, pero venía acompañada por alguien, era un joven que se unía a nuestro grupo, él era alto, piel morena, cabello castaño y ondulado, sus ojos eran de un color bronce con pequeños pigmentos de un café muy claro, su mirada era intensa, al momento de que sus ojos de encontraron con los míos, me perdí en ellos, esa mirada tenía algo que me había hecho olvidarme de todo, que por ese pequeño momento, parecía que nadie más estaba en el aula, e incluso en el mundo, tenía una sensación extraña, algo que no me dejaba de pensar en ese chico al cual por cierto su nombre era Desmond.
Terminado las clases para hacer un pequeño receso, no podía dejar de verlo o de pensar en él, fue entonces que le pedí a Mónica que me acompañará a hablarle, pues él se encontraba solo en el aula, y así además de hacerle compañía, pude haber platicado un poco con él para descubrir por qué su mirada me hacía sentir cosas extrañas, cuando llegamos al lugar en el que él se encontraba, sentía que las piernas no me respondían, por alguna extraña razón empecé a temblar y mis mejillas se cubrían de un rosa muy cálido, antes de que pudiera decir algo, la voz me temblaban y entonces fue cuando estalle en risas, al verme, él comenzó a reír, aún no sé si se reía de lo tonta que me veía al estar así frente a él, mi amiga comenzó a reírse de mí, él nos miró a mi amiga y a mí por turnos, y a mí me dirijo un guiño y se dió la vuelta.
La demás siguientes, sentía su mirada, él ocupaba un lugar en la fila que estaba a un lado de la mía, justamente a mi izquierda en la tercera banca igual que yo, era extraño que alguien me viera, o por lo menos como él lo hacía, aún me ponía nerviosa si por alguna razón tenía que hablarle en persona, habíamos platicado algunas veces por chat, pero en persona a ambos nos costaba trabajo hacerlo en persona.
Un día en clase de física, él había olvidado su libro para trabajar, y la profesora lo puso conmigo para trabajar, se suponía que teníamos que leer algunas páginas del libro para hacer nuestro resumen, pero no pude concentrarme, todo el tiempo sentí su mirada, y yo solo lo veía de reojo intentado ocular que el muchacho me ponía nerviosa, después de eso, poco a poco se nos fue haciendo costumbre platicar, no solo en chat, también en persona. En algunas clases, él y y reíamos a consecuencia de muchas incoherencias que ambos decíamos, teníamos mucho en común, de alguna forma iguales pero a la vez diferentes, en ocasiones trabajamos juntos, platicábamos de cualquier tema como si fuera lo más normal del mundo, era como si nos conociéramos desde niños, se ganó mi confianza, algo que nadie había logrado conseguir de mí nunca. Después de tantas platicas, risas, corajes, burlas el uno al otro, entre otras cosas, fue ahí donde me di cuenta, estaba enamorada de ese chico desde el primer día que lo ví.