Hoy me siento raro.

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¿Qué es esto?¿Dónde estoy?¿Por qué estoy aquí? Todo es tan brillante, no logro ver nada, todo es muy raro, no distingo. Debajo de mí hay arena, la siento con mis dedos pero no puedo ver, está tan brillante que lastima mis ojos, no los puedo abrir mucho. Camino para ver si puedo encontrar algo pero no hallo nada, así que sigo y después de caminar un rato logro sentir algo más en mis pies, es agua, llega y se va. Al parecer estoy en la playa. El brillo baja, puedo abrir totalmente mis ojos, logro ver el cielo azul, siento la brisa del viento golpeando mi rostro y escucho las olas como si fuera la respiración de Dios. Alguien está ahí, en el océano. Creo que es una muchacha, no la reconozco, la luz hace que parezca una sombra, no sé quién sea, pero deseo ir con ella. Corro hacia el mar, las olas dificultan mi movilidad pero lo consigo, sin embargo me hundo. Ella sigue arriba inexplicablemente, pero yo no. Intento regresar, las olas me arrastran a lo hondo, no puedo nadar. Trago agua, entro en pánico, la respiración se me va, pataleo, intento gritar, jalo pero nada funciona, miro para arriba y ahí está ella, me ve caer mientras ríe.

No puede dormir, cuando duerme sueña cosas que lo aterran. La ansiedad por beber lo despierta agitado y con una sed que no se puede saciar con agua, desde que dejó de beber como antes no han parado esos episodios. Termina hasta que toma cualquier tipo de alcohol, bebe y bebe hasta que su conciencia vuelve, se mira al espejo y siente asco por sí mismo, se siente una basura miserable incapaz de lograr lo que se propuso. Llora con una cerveza en la mano, bebe y llora. Llora hasta que logra dormir. 

Se levanta tarde, se cambia y se va a trabajar, apenas y se baña pues es obligatorio para ir a su trabajo. Ahora está en una oficina donde se encarga de sacar copias y organizar archivos. No le parece una profesión muy excitante, pero paga la comida y la cerveza. Cuando termina de trabajar, se dirige a su casa, ya no pasa a las vinaterías porque intenta no beber, sin embargo a veces se siente tan mal por no tomar que sale a altas horas de la noche a la calle para conseguir un poco de alcohol. Incluso ha tenido que pelear contra otros sujetos que se topa sólo para no perder lo suyo, de esas peleas tiene cicatrices en la espalda y el rostro, también perdió un diente y lo reemplazó por uno falso. Las cicatrices en la espalda son por pequeños pedazos de vidrio que se encuentran en la calle y que se le han encajado por las caídas en las peleas. En el rostro se puede ver una cortada en su ceja izquierda y debajo del ojo izquierdo tiene un arañazo que nunca se le quitó. Ha implementado algunos métodos para poder dejarlo, como dejarlo de golpe o ir a jurar, pero nunca lo logra y cuando rompe sus promesas o propósitos vuelve a tomar para sentirse mejor. Se siente solo, su rostro está pálido, es aun más esbelto que antes, las ojeras se le ven muy oscuras, los ojos se le ven caídos, siempre mantiene la vista abajo y en su cabeza no dejan de sonar voces que lo atormentan, su propia voz interior diciéndole que es una basura inservible. Su autodesprecio lo ha llevado a un bucle inacabable de tristeza y soledad del que no puede salir, pues cuando intenta dejarlo recae y cada vez se vuelve más insoportable, el peso sobre sus hombros es mucho y no sabe qué hacer. Ideas corren por su cabeza, muchas suenan y pasan por él, pero hay una entre tantas que es más ruidosa, es la que más resalta entre todas, él piensa que lo mejor para aliviar esa situación tan agobiante es quitarse la vida, le parece razonable pues después de la muerte habrá un lugar donde pueda redimir sus errores pero con la ayuda de una intervención divina, allá podrá aliviar su dolor, sin embargo piensa en todas esas personas que lo extrañarán, y como no conseguirá su perdón si se va. Él espera que lo perdonen por lo que va a hacer, pero ya no encuentra una salida, otra, la que sea. Toma un mecate, lo ata a su cuello como puede, acerca una silla a su armario y se sube en ella, lo atora con un tuvo en el que cuelga su ropa, imágenes pasan por su cabeza, lo abruman, se ve de niño, corriendo por parques que le parecían inmensos, sonriendo y gritando con entusiasmo. Se imagina siendo viejo, mirando jugar a sus hijos en los mismos parques que él frecuentaba, pasan por su mente escenas que no serán, porque la decisión ya está tomada. Se deja caer de la silla, mientras está suspendido en el aire la patea y comienza a jadear, el aire se le va y su cabeza lo agobia, se siente mareado y su visión se va perdiendo hasta que no hay nada, todo es oscuridad y con la poca razón que le queda, piensa, "¿así termina?".

Al escuchar un golpe tremendo en la habitación de Arturo sus padres corren enseguida para allá. Intentan abrir pero está cerrada con seguro, patean la puerta una y otra vez hasta que logran abrirla y lo encuentran en el suelo. La madre llama a una ambulancia mientras el padre ve qué es lo que le ocurrió a Arturo, mira hacia arriba y se encuentra con un mecate atado a un tuvo, mira el cuello de Arturo y está rojo, con una línea delgada que recorre todo su cuello. El niño se intentó suicidar, sin embargo no amarró correctamente el mecate en su cuello. Sus padres lo relacionaron con un acto divino, los enfermeros pensaron que era simplemente un imbécil y los vecinos que solamente quería llamar la atención y todo estaba planeado. Ya sea un acto providencial o una mera coincidencia, continuó con vida.

De la vida como una canción triste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora