Capítulo 35

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Habían pasado cuatro días desde que Elena había despertado y Aiden acariciaba el pelaje de su caballo mientras oía el discurso agotador de John sobre el estado de los clubes y sobre la textil que ya marchaba viento en popa, al menos la producción sobrepasaba las expectativas y pronto viajaría para concretar los contactos de exportación.

Las palabras de su amigo y consejero se habían convertido en tenues murmullos mientras repasaba en su mente la conversación que había tenido con Elena la noche anterior, que en realidad no había sido otra cosa a que una acalorada discusión que había terminado como tantas otras: él diciendo “Fin de la discusión” y ella inspirando hondo y cruzando sus brazos delante de su pecho. Pero Aiden sonreía, puesto que finalmente había acatado sus deseos de que permaneciera en la habitación principal a pesar de su mejoría.

Miró el cielo y el sol que se levantaba extendiendo sus cálidos rayos sobre la entrada de la casa. Ella pronto bajaría a desayunar y ansiaba compartir unos momentos a su lado, por lo que dejó el cepillo al costado sonriendo.

—Aiden, solo quiero preguntarte algo más… —No respondió sino solo se limitó a llevar al animal dentro del establo. —¡Aiden! —ante aquel grito que llamó por completo su atención, detuvo su marcha y lo miró expectante.

—¿Qué quieres?

—¿Has oído algo de lo que te he dicho?— cruzo sus brazos sobre el pecho, ofuscado por su actitud desinteresada, pero Aiden sonrió, se aproximó a él dándole una palmada en su brazo.

—Te hace falta ir al burdel John… Estas un poco alterado. —John movió su boca en una mueca que denotaba su mal humor y la pronta respuesta que saldría de sus labios, pero la sostuvo, ya que Aiden le dio la espalda y caminó decidido hacia la casa.

Atravesó el umbral, caminó  hasta el comedor mientras oía el murmullo de sus voces calmas y allí los encontró, Oliver y Elena tomaban el desayuno mientras él le explicaba cómo debía escoger las mejores lombrices del mundo, cuáles eran la mejor carnada para la pesca y reía al oírle exagerar sus descripciones y  las caras de disgusto que hacía ella.

Apareció de repente, sin que ellos imaginaran que estaba allí, sonrió mientras daba los buenos días, se acercaba a Oliver y besaba su frente. Elena guardó silencio y acercó la taza a sus labios para beber el sorbo que ayudaba a pasar el momento de incomodidad. Aiden se detuvo a su lado y sonrió, se inclinó mientras tomaba su mano delicadamente y la besaba. Levantó su mirada y sus ojos se encontraron mientras aún sostenía su mano en la suya.

—Buenos días.

—Buenos días… señor. —completó.

—Está hermoso el día ¿no cree?

—No he salido aún, pero pareciera que sí.

—La invito a dar un paseo por el jardín.

—No creo… mi pierna… —se excusó.

—Será corto.  —le interrumpió rápidamente. —Se lo prometo.

Elena inspiró profundo y finalmente asintió.

Elena inspiró profundo y finalmente asintió

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Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora