IV

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Estando en la tranquilidad de mi hogar al fin, escucho que se abre la puerta de la casa, es mi padre, me dirijo hasta la entrada para saludarlo entusiasmada, al verlo atravesar la puerta me lanzo a sus brazos para abrazarlo.

-Buenas tardes Emma ¿Cómo te ha ido esta mañana en el colegio?

-Muy bien papá ¿y a ti? ¿Qué tal el trabajo?

-Muy bien cariño, pero déjame respirar que me asfixias pequeña.

Mi padre se dirige a su "oficina" -después de darme un pequeño beso en la frente- a dejar todas las cosas de su trabajo y luego se sienta junto a la barra de la cocina.

-Me llamaron de tu colegio en la mañana para decirme que debías ir a acompañamiento psicológico, dijeron que ya habías aceptado pero que si te negabas a ir bajarían la nota de tu comportamiento.

-Sí, hoy tuve la primera sesión y no fue nada fuera de lo normal, solo tengo que cumplir para no bajar mis calificaciones, todo esto es por culpa de la paranoia de esa mujer, creo que tal vez necesita un esposo.

-No seas tan drástica con la coordinadora, se supone que quiere tu bien.

-En mi historial está registrado que fui al psicólogo cuando era niña y que no descubrió nada malo en mi comportamiento, esa mujer debería preocuparse por cosas más importantes.

-Si te molesta me dices para hablar con el rector sabes que a mí no se me niega nada.

-No es necesario papá, solo me molesta que me lo haya impuesto de esa manera.

Al día siguiente en mi salón de clases había el normal alboroto que se forma cuando no está el profesor, entonces para desconectarme tengo mis audífonos puestos a un volumen moderado –no quiero perder mis oídos- cuando de repente alguien pone los brazos fuertemente sobre mi escritorio, levanto la mirada y ahí está el, Alejandro.

-Buenos días señorita de ojos hermosos –dice esbozando una sonrisa- ¿cómo se encuentra el día de hoy?

-Bien hasta que apareciste –digo frunciendo un poco el ceño, Dios este hombre sí que le gusta invadir mi espacio personal-

-Emmm okey –dice con cara de confusión- necesito que me hagas un pequeño favor ¿podrías?

-¿Qué favor?

-Veras –dice tomando la silla del puesto de en frente y sentándose sobre ella- me dejaron un taller de aritmética para saber si estoy nivelado con lo que ven ustedes, y me gustaría que si no lo estoy con este taller pueda nivelarme, pero para eso necesito a alguien que sepa si lo que hago lo estoy haciendo bien.

-¿Y yo que tengo que ver con eso?

-Pues en lo poco que te conozco he notado que eres la mejor de la clase, bueno y eso también fue lo que escuche, a mí me gusta aprender de los mejores y la mejor aquí eres tú.

Pensé negarme pero recordé la voz de mi padre: "la vida a veces nos premia con conocimientos que otros no tienen para hacernos seres complementarios, de nada te sirve ser bueno en algo si no lo compartes"

-Está bien, supongo que eso no me causara ningún inconveniente.

-Bueno muchas gracias –dice mientras desaparece de mi vista-

¿Pero que le pasa a este sujeto? Solo vino y pidió el favor y se fue, pero no me pidió mi disponibilidad de tiempo o de cuando podríamos reunirnos, bueno igual es el quien necesita algo de mí y esas cosas no deberían preocuparme.

Al llegar a mi casa me voy directamente a mi cuarto, me quito la falda de prenses del colegio y también la corbata, me quedo simplemente en shorts y la camisa manga larga del colegio, también me deshago de mis zapatos y mi sujetador de cabello, al fin me siento relajada y en paz pero me falta algo, música lo mejor que puede existir en el mundo, así que pongo una de mis canciones favoritas Believer de Imagine Dragons subo el volumen al máximo y bajo hasta la cocina y me sirvo un poco de jugo de naranja que preparo mi padre esta mañana y con en mi mano me voy hasta el sofá a leer un buen libro.

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora