Tiempo junto a los Matsuno (Matsunos x Reader)

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—¿Quién eres tú? —Fue la primera pregunta que escapó de mis labios.

—¿Me tienes miedo? —Cuestionó. Se estaba burlando de mi.

—No —Respondí segura de mi misma. En verdad no temía de él.

No se donde me encontraba. Había despertado en un callejón oscuro, no lo reconocía en lo absoluto. Me sentía algo aturdida, así como cuando te encuentras dentro de un sueño. Caminé casi por inercia más al fondo de aquel callejón. Ahí fue donde lo conocí. Un demonio con pequeñas alas y una enorme y delgada cola se mostraba frente a mi. Estaba encadenado, sus ojos demostraban cansancio, no tenían aquel brillo que demostraba vida y esperanza.

¿Será por qué era un demonio?

—¿Sabes? Estoy cansado de estar encadenado —Soltó un par de risas retorciéndose. Las cadenas hicieron ruido—. ¿Quieres ayudarme?

—Ayudar a un demonio es un poco... —Dudé. No me gustaba la idea de meterme en problemas relacionados con demonios.

—¿Sabes algo? Nosotros podemos ser lo peor que conozcas en toda vida —Empezó murmurando. Me regreso la mirada—. Pero una vez nos han salvado estamos en deuda con esa persona, por el resto de nuestra eternidad~

—Por algo estas atado, ¿no? —Cuestioné indecisa. Esto era un sueño según yo, ¿por qué le tomaba tanta importancia?—. ¿Qué hiciste?

—¿Yo? —Ladeó su rostro sonriéndome—. Enamorarme de una humana~

—¿Enamorarte? —Abrí mis ojos asombrada. No esperaba esa respuesta—. ¿Y eso que tiene de malo?

—A los de "arriba" no les agrada que un demonio se enamore y menos de las personas que ellos juran proteger —Soltó un par de risas llenas de cansancio y melancolía—. Somos los malos, ¿no?

—Eso es muy injusto... —Mordí mi labio inferior algo irritada. Esa expresión en su rostro no me agradaba—. No mereces esto.

—Ya somos dos que pensamos eso, linda~ —Continuó riendo de manera cansada. Movió su cuerpo provocando que las cadenas resonasen—. Entonces, ¿qué dices~?

Su expresión a pesar de mostrarse juguetona, esta declaraba más cansancio y desesperación. Esto era un sueño así que no debía tomar tan en serio mis decisiones, sin embargo, me sentía atraída por él. No románticamente hablando, si era guapo y demás, pero me atraía su historia. Me causaba curiosidad. Él en verdad era atrayente.

Me acerqué a paso lento. Precavida y con desconfianza en mi mirada. No podría hacerme nada con esas cadenas más no me impedía estar alerta. Al quedar frente a él solo pude verlo atentamente, mi cuerpo no hacía movimiento alguno, parecía que me hubiese quedado sorprendida al verlo más de cerca. 

—Linda, ¿en serio no puedes ayudarme? Eres mi última esperanza~ —Su tono de voz aún demostraban ese cansancio y desesperación ocultos.

—Si te ayudo, ¿prometes no hacer daño? —Sabía que mi pregunta era estúpida. Se supone los demonios pueden prometer y a veces no cumplir. Más esos eran ideales que me inculcaron. Nunca había conocido (obviamente) a un demonio real.