Capítulo 3

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Las manos habían empezado a sudarle tanto que creía que todo aquello que sujetara con ellas se resbalaría. El corazón le latía a mil por hora y no podía dejar de pensar en ese momento.

¿Era real? ¿Estaba pasando de verdad?

No era capaz de concebir que aquello fuera cierto, estaba delante de aquello para lo que había luchado tanto.

El último examen.

Lo había completado diez minutos antes de que se finalizara el tiempo y estaba empezando a dudar si las respuestas eran las correctas o había puesto alguna mal que pudiera cambiar.

La voz de Thomas le vino a la cabeza, como cada vez que hacía un examen, recordándole que cuanto más pensara las preguntas más cambiaría su respuesta a peor. Así que decidió levantarse, coger las muletas, el bolso y, como pudo, el examen y caminó los escasos metros que le separaban de la mesa del profesor para entregar el documento.

- ¿Terminaste? -Preguntó el hombre, mirándola dubitativo a través de las gafas de culo de vaso que utilizaba.

-Espero tener un buen verano. -Fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y salir del aula para encontrarse con Mireya y su hermano, quienes la esperaban después de haber finalizado el examen hacía unos minutos.

Viéndolos a la vez podía ver algo de parecido entre ellos, normalmente nadie diría que eran mellizos si no se paraban a comparar el rubio de sus cabellos o los ojos claros. Pero cuando se ponían uno al lado del otro si se daban un aire. Lo que, por lo general, no les gustaba y era bastante difícil verlos codo con codo.

- ¿Cómo fue? -Preguntó el rubio sin mucho ánimo.

-Fue, que no es poco. -Dijo su hermana con el mismo ánimo. La morena puso una mueca dando a entender que estaba de acuerdo con su amiga. - ¿Y tú ya le hablaste? -Preguntó mirando a Ava, quién palideció de golpe.

- ¿Hablar a quién? -Cuestionó el rubio.

Las mejillas de Ava se tornaron de un intenso color rojo y sus ojos se achicaron. Se sintió culpable por haberle contado a Mireya lo de la tarjeta, pero a Thomas, que en teoría era su mejor amigo, no. A decir verdad, temía que si él se enteraba quisiera hablarle también y maldecirle hasta en chueco. Y eso que el rubio hablaba difícilmente cualquier idioma que no fuera el suyo natal.

- ¿Recuerdas las flores del hospital? -Asintió. -Venían con una tarjeta con un número de teléfono.

- ¿Del idiota que te atropelló?

-Del idiota que casi le atropelló. -Corrigió su hermana, quien se había colocado al otro lado de la morena, siguiendo con la inconsciente costumbre de no estar mucho tiempo junto a su mellizo.

-Dámelo, tengo unas cuantas cosas para decirle que harían que su madre se sintiera decepcionada. -Dijo con el tono más serio que jamás le había oído. Le recordó a su madre echándole la bronca a él.

-No voy a hablarle. Unas flores no arreglan un esguince. -Miró a su amigo con determinación. -Ni tú tampoco. -Thomas rodó los ojos y se separó de ellas.

-Nos vemos mañana. -Les guiñó el ojo y desapareció por el pasillo. Seguramente en busca de alguna chica a la que conquistar.

- ¿Has vuelto a hablar con tu primo? -Preguntó la rubia. La morena negó con la cabeza.

-La verdad es que me da miedo.

- ¿Por?

- ¿Y si le digo que estoy lisiada y luego no me lleva?

-Pues te compro la entrada. -Bromeó. Ava la miró mal.

-Voy a ir, aunque tenga que ir saltando. Creo que después de pasarme todo el año estudiando me merezco vivir la experiencia.

-Toda la razón. -Se quedaron en silencio mientras avanzaban por el pasillo hacia el aparcamiento, donde la rubia tenía el coche. El sonido de las muletas hacía eco en las paredes mientras a su vez hacía que la morena recordara por un segundo las palabras del Dr. McKellen. Si, definitivamente el dolor del pie era real.

- ¿Sabes? Si es amigo de Andrew no puede ser tan malo. Digo, él me trató muy bien. -Se pararon junto al Clío plateado. Su amiga lo abrió y le ayudó a entrar en el asiento del copiloto para a continuación entrar ella en el del conductor. Ava sacó el móvil y buscó el contacto que había guardado como "¿A?".

*¿Sabes que con unas flores no se curan las heridas de guerra? *

Al segundo de mandarlo le dio la vuelta al móvil, mostrando el mensaje a su amiga, quien no pudo evitar ahogar un grito de emoción.

-Le has hablado de verdad. ¿Y ahora qué?

-Ahora me llevas a casa y cuando responda te cuento. -Ambas sonrieron y se mantuvieron en silencio durante los 10 minutos que duró el trayecto, escuchando las canciones de la radio.
Estaban en la puerta de la casa de Ava cuando la pantalla de su móvil se iluminó.

^Pensé que no me hablarías^
La palabra escribiendo apareció unos segundos, pero desapareció y apareció la fecha de última conexión. Le mostró el mensaje a Mireya, decepcionada.
- ¿Y ya está? -Le preguntó la rubia cuando lo leyó. La morena se encogió de hombros y se dispuso a contestar el mensaje.
*Me gustaría ponerle cara al idiota por el que casi me pierdo la rave de esta noche*
^Irás? ^
*Eso he dicho. *
-Este tío es tonto. Creo que hablarle no ha sido una buena opción. -Dijo la morena.
^Bien^
-Hombres...-Dijo la rubia con resignación.
*Para esto me das tu número? Esperaba unas disculpas o algo*
^Disculpas? ¿Por qué debería disculparme? ^
-Esto es surrealista. Me está preguntando por qué debería disculparse.
-Déjame. -Le quitó el móvil de las manos y movió los dedos por el teclado como un huracán.
*No sé. Igual porque eres un imbécil que casi me mata y en lugar de bajar a ayudar se pira. ¿Te parece suficiente? *
La palabra escribiendo volvió a aparecer y desaparecer varias veces, turnándose con el conjunto en línea.
-Ahora no sabe qué decir. Da pena. -La rubia devolvió el móvil a su propietaria y miró la hora en su reloj. -Tengo que irme, a las nueve y media estaré aquí para ir a cenar. Me cuentas si te contesta.
-Perfecto. Y gracias por traerme.-Le dio un beso en la mejilla y salió con dificultad del vehículo.
Una vez que consiguió subir las escaleras que le separaban de su habitación, se tumbó en la cama y volvió a mirar el móvil.
Para su sorpresa tenía un mensaje nuevo.
^Creo que te estás confundiendo, señorita Steele ;)^
El corazón se le aceleró tanto que casi se le sale del pecho.
No podía creer lo que acababa de leer.
¿Señorita Steele? ¿A caso la A misteriosa era la A de Andrew?
¿Había ligado con el médico? ¡Había ligado con el médico!
No sabía si sentirse halagada o mal. Debía sacarle como 8 años, y aunque la edad realmente no importa...conocía a su madre y sabía que le pondría pegas.
Aunque era médico, y eso siempre añadía puntos a su favor.
En fin.
Ava releyó el mensaje varías veces antes de contestar.
*Dr. McKellen? *
^Llámame Andrew. Eso suena muy formal^
*No entiendo nada*
^Sencillo. Me atraes, Willem. Ahora depende de ti. ^
Empezó a escribir varios mensajes, pero ninguno le convencía.
No podía creerse lo que estaba leyendo. ¿Cómo podía ser real si se habían visto tan sólo una vez?
*Me estás hablando en serio?*
^Solo dime dónde y te digo cómo de en serio estoy hablando^
Esto último le sorprendió tanto que no supo si tomarlo como algo indecente o como un hombre maduro yendo al grano.
*Irás a la rave?*
^Tengo trabajo hasta tarde, pero pasaré a buscar a un amigo^
*Puede que nos veamos, entonces *
^Eso espero^
Y con ese mensaje volvió a aparecer la última conexión que, por mucho que volviera a entrar en el chat horas después, no cambiaba la hora.
Así que Ava no sabía cómo sentirse. No sabía si el médico estaba jugando con ella, si realmente estaba interesado o qué.
Pero cada vez tenía más ganas de que llegara la dichosa fiesta.
Tanto que se le había olvidado que la razón por la que había enviado el primer mensaje era para recibir unas disculpas en condiciones del conductor fantasma.
Pero claro, ¿a quién no se le iría la cabeza si un hombre como Andrew se interesaba en ella?

NO SOLO UN BOXEADOR ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora