17.

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Comencé a revisar una a una las respuestas del contenido, totalmente extrañado de que sorpresivamente y según Hyungwon, había contestado correctamente a todas.

— Esta la dije mal... —susurré ante su curiosa mirada y señalando el libro que estaba estudiando— también esta y esta... —señalé y lo luego lo miré con un poco de molestia— ¿por qué dijiste que estaban correctas? ¿Eh? —regañé— confío en ti para que me ayudes a estudiar y tú crees que todo se arregla con una mentira. ¿Sabes lo que pasaría si repruebo? Sería tu culpa...

Mi enojo seguía presente aún cuando sus ojitos se cristalizaron mientras me miraba.

— Pero es que... —susurró con un hilo de voz— yo... yo...

— Tú nada. —espeté con molestia y fue entonces cuando empecé a escuchar sus sollozos— esto no es juego Hyungwon, estoy a punto de convertirme en un adulto y tengo responsabilidades ahora.

Me quedé de pie con el libro en la mano, mirándo fijamente como me miraba desde mi cama, abrazando sus propias rodillas sin poder dejar de llorar. Entonces odié ese momento.

Odiaba verlo llorar y pensar en cuanta influencia tenía sobre mí, odiaba enojarme con él y provocarle llanto pero también odiaba no poder vivir en otra dimensión donde enfocara mi atención solamente en él y no en el resto.

— Yo solo quería que... —sollozó— que estuvieras conmigo más tiempo... Lo prometiste.

Mi corazón se ablandó en sobremanera y no pude hacer nada más que mandar el libro a la mierda y abrazarlo fuerte, sintiendo mi pecho derritiéndose de la dulzura que ese niño emanaba.

— Hyungwonnie... —susurré dejándolo llorar contra mi pecho al cual se aferraba con desesperación— estoy muy estresado con todo esto, lo siento. No debí gritarte... —Él asintió levemente sin dejar de sollozar y yo suspiré sintiendome culpable— sé que lo prometí y voy a cumplirte... ¿Puedes darme un besito?

— No... —susurró con un tono de voz muy tierno— tú eres malo y la gente mala debe pedir perdón y luego esperar a ser perdonado.

Yo sonreí y me recosté dejándolo sobre mi pecho para finalmente acariciar su sedoso cabello.

— Así que no me has perdonado... —susurré y él asintió— ¿que puedo hacer para que me perdones? —él se encogió de hombros aún sin mirarme a la cara— ¿al menos puedo besarte? —intenté levantar su rostro para poder darle un beso en sus bonitos labios, pero él se negó a mi beso— ¿no puedo? —volvió a negar resentido— ¿ni uno?

Hubo un largo silencio después de mi pregunta, en el cual no dejé de acariciar su espalda. Entonces su pálida mano se levantó frente a mí.

— Solo aquí... —susurró con voz tierna— solo uno y ya.

Sonreí al escuchar su tono de voz y entonces tomé su delgada mano para dejarle un beso en el dorso. Él pensó que había acabado así que intentó bajar su mano nuevamente pero yo no lo solté, sino que en cambio comencé a repartir besitos en su antebrazo mientras subía hasta su hombro, provocandole cosquillas.

— ¿Estas seguro que solo quieres uno? —cuestioné girando nuestros cuerpos sobre la cama para quedar encima suyo— porque no estoy satisfecho con eso...

Él me sonrió y volvió a encogerse de hombros con inocencia, como dándome una luz verde camuflada en medio de su resentimiento, entonces sonreí acercándome a su cuello.

— Voy a comerte, ñam ñam... —comenté con voz graciosa mientras le hacía cosquillas con mi nariz en su cuello— ñam ñam ñam...

Comencé a hacerle cosquillas con más intensidad y no desaproveché la oportunidad de dejarle besitos allí mientras escuchaba su risa aumentar de intensidad con cada roce. Y así, después de un rato sintiendo su piel bajo el tacto de mis labios, me concentré en su suavidad y en el olor que emanaba de él. Sus manos me rodeaban y agarraban mi espalda intentando apartarme de él para que no siguiera con las cosquillas pero me era inevitable. Teniendo los ojos cerrados me había perdido en besarlo y a esas alturas ya había empezado a dejar un par roces con mi lengua humedeciendo su piel.

— ¿Wo- Wonho...? —susurró y me trajo de golpe a la realidad, entonces me separé bruscamente de él— tú... ¿Estás bien?

Lo miré fijamente con mi respiración agitada notando como la suya también estaba en la misma condición.

¿Qué era eso que sentía?

— Estoy bien... —susurré con la voz ronca así que carraspeé y me acosté a su lado viendo al techo— ¿tú estas bien? —pregunté preocupado de haberlo asustado.

— Estoy bien... —susurró tranquilo— pero deberíamos dormir, es muy tarde para ti y debes ir al colegio mañana... —Asentí sin saber como continuar la charla, entonces me acomodé para dormir sabiendo muy bien que no podría hacerlo aunque quisiera, pero en ese momento sentí sus delgados brazos rodeandome con suavidad— ¿Hoseok?

Acaricié su espalda tal como siempre lo hacía cada vez que me abrazaba.

— ¿Qué pasa? —susurré.

Con sus ojitos cerrados se apoyó en mi pecho y soltó un suspiro.

Te quiero Hoseok. —susurró casi dormido— te quiero demasiado.

Un par de palabras que fueron
suficientes para hacer que mi cabeza
despegara a otra dimensión.

¿Sentía lo mismo?

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora