El Parque

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Estaban caminando por el parque, caminaban juntos pero estaban distantes. Él la acompañaba a casa, no tenía por qué hacerlo. Ella quería abrazarlo, sabía que no debía.

- ¿Estás bien?

- Sí

No lo estaba

Silencio. No estaban muy lejos de su casa, pero tampoco quería llegar. Y no por que las cosas estuvieran mal en casa, que sí lo estaban, pero por que ella recordaba que le gustaba pasar tiempo con él. Cuando todo estaba bien. Cuando todo eran risas y se agarraban juguetonamente de la mano. Ahora no sabía como debía sentirse.

- ¿Te molesta que la agarre de la mano?

La pregunta salió de la nada. ¿Debía ser sincera?

Sí, me molesta. Mucho. Me enerva, me altera, no me gusta, quisiera que no lo hagas...

- No

- Ok

- Pero...

Seguían caminando, él dejó de mirar hacia la nada y la miró fijamente. Ella seguía mirando el camino. Pero ahí estaba, una pizca de esperanza.

- Pero me recuerda que no me hace bien estar tan cerca tuyo.

Auch

- No me hace bien por que me ilusiono, por que todo parece estar bien de nuevo, pero es sólo eso. Sé que es tu amiga, que no significa nada, que es distinto... que sólo estaban jugando. - Suspiró - También sé que me hubiera gustado que me tomes de la mano a mí.

Y lo hizo, tan de imprevisto como la pregunta salió de sus labios, la tomó de la mano. Ella sólo desvió la vista un segundo del camino, extrañaba tanto esta sensación. Se acercó, lo abrazó. Apoyó su cabeza en su hombro por unos instantes. Breve, pero fue como un respiro de aire fresco, como si todo estuviera bien.

- No lo hagas, sólo lo hará más difícil.

Pero no la soltó. El también lo quería, caminar con ella de la mano por la ciudad, la extrañaba. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Ella solía hacer su mundo más fácil. Le gustaba tenerla cerca.

- ¿Por qué?

- Porque sabes que estoy intentando superarte, superarnos... lo que sea que hayamos sido.

Y ahí estaba, esa herida que les dolía ambos, la del "No somos nada, tampoco lo fuimos"

Jamás respondiste si querías algo, podría decir él. Me dijiste que no estabas listo para una relación, podría decir ella. Pero no lo hablarían, era muy doloroso. No tanto como caminar juntos y no ser nada, sin embargo, pero aún así lo preferían.

El silencio los mataría. Pero ninguno hizo el amague de alejarse, por que siquiera eso hubiera bastado para hacer que de repente exista una muralla en medio. Les había costado mucho llegar a ese punto, de pretender que podían ser amigos, de salir en grupo y no encerrarse en su burbuja, de estar a solas y no mirarse el alma, como si quisieran ser uno solo.

Pero y entonces, ¿qué estaban haciendo?

De Corazones Rotos Y Otras HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora