5. Decisión

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Luego de que todos se enteraran del embarazo de Tony, trataron de comportarse lo mejor posible. Natasha y Sam eran los que trataban de mantener la mente más clara. Natasha era la más afectada de todo. Aunque para ella, la maternidad no estaba dentro de sus planes primordiales, ella era una Omega, una que jamás podría tener a un bebé debido a todo lo que atravesó en el «Cuarto Rojo». Y ahora enterarse que uno de sus amigos cercanos estaba encinta, fue un golpe duro.

- ¿Entonces se encuentra bien? -preguntó la pelirroja tratando de disimular. -El golpe que recibió en el estómago fue en exceso fuerte.

-Bueno, sí fue fuerte, pero está estable. Lo que necesita es descanso y comenzar a alimentarse mejor. Los análisis dicen que le faltan vitaminas para recuperarse. Será mejor que, una vez que despierte, lo llevemos a una consulta médica. -explicó el Beta.

- ¿Y cuánto tiene el mini Stark?- preguntó el hombre verde.

-Al parecer varias semanas, supongo que días después de su regreso a la Tierra fue cuando lo concibieron.

Thor estuvo en silencio por unos instantes, luego se acercó al Capitán América que continuaba en shock luego de haber escuchado sobre el embarazo de Stark. El dios le dio varias palmadas en el hombro del héroe de guerra.

-Pues los felicito, amigos míos. Estoy seguro que aquel midgardiano que viene será tan inteligente y valiente como lo son sus padres. -dijo el rubio nórdico.

El Capitán no respondió. Simplemente permaneció en silencio y intentando comprender lo mejor posible la situación. Por dentro, su animal interno estaba aullando. Sus sospechas acaban de ser confirmadas. El hombre al que amaba estaba encinta de otro Alfa. No sabía qué hacer o cómo sentirse al respeto. Sabía que su olfato no lo había engañado, las señales estaban ahí, eran tan evidentes. Aun así, guardaba la esperanza que no fuera verdad y que todo era un sueño. Pero no podía serlo, Tony estaba embarazado y era un realidad.

-Gracias, Thor... -respondió el aludido, aunque sólo lo dijo por cortesía.

-Ya lo verán, les traeré el mejor de los hidromieles que tenemos en Asgard para celebrar tan importante acontecimiento. -Sonrió el dios del trueno.

- ¿Y a ti te comieron la lengua los ratones, Barton? -dijo la espía rusa a su compañero que había permanecido recargado en la pared. Tal parecía que le había caído también de peso la noticia del futuro bebé de Tony.

Sin embargo, el agente no respondió a la pregunta de la pelirroja. No tenía nada que decir. No le podía decir nada a nadie. Únicamente miró hacia sus botas negras, como si de esa manera pudiera encontrar una respuesta a todas las incógnitas que se estaba haciendo. Además sentía que se lo llevaban los diez mil demonios. ¿Qué era lo que iba a hacer? Soltó un suspiro.

-Steve, deberías estar con Tony en estos momentos -dijo Sam.

El Capitán únicamente movió la cabeza, asintiendo y aceptando que era él padre del bebé de Tony. Pero sin que nadie se diera cuenta, Barton se escabulló por la puerta de la enfermería u se acercó a la cama del millonario. Tony estaba conectado a un monitor para medir la frecuencia cardíaca, junto a una bolsa de suero directa en la vena de su brazo. El arquero recordó que Wilson había dicho que necesitaba de más cuidado para que no sufriera ninguna recaída. El rubio acercó una silla al lado de la cama y se sentó en ella.

-Esto es... una sorpresa -murmuró mientras pasaba su mano por el cabello de Tony. Soltó otro suspiro.

¿Qué se supone que debía hacer en ese momento? Habían acordado que buscarían una manera de deshacer lo que habían hecho, no sería sencillo, pero no imposible. Al menos eso era lo que pensaban, El rechazo al vínculo por parte de ambos era lo que necesitaban. Sería un proceso lento y doloroso, porque su Alfa y el Omega de Tony complicaban la situación. Pero la determinación de los dos sería suficiente para que el vínculo se rompiera. Pero ahora enfrentaban otro problema: el bebé.

Con el rubio equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora