«Capitulo 10»

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Los personajes son propiedad intelectual de Masashi Kishimoto (岸本斉史).

La historia es completamente de mí autoría.

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¿Qué se supone que sientes al morir?, uno pensaría que nada, estas muerto, ya no tendría que haber dolor u otro malestar, pero para Sarada eso no era lo que ocurría.

La Uchiha no recordaba del todo lo que había pasado, sin embargo, recordaba pequeñas escenas, escenas en donde peleaba lado a lado con su padre.

Cuando creía que no podría vencer a Kawaki la esperanza llego, su padre había regresado justo a tiempo. No hubo tiempo de charlas emotivas, ni siquiera un saludo de "Bienvenido", no, para nada no hubo algo de aquello, solo pelear y defender aquella aldea a la que tanto aman era lo indicado.

Bastaba una mirada de aquellos ojos carmesí para que ambos compartieran información y tácticas de batalla. Sarada por dentro se sentía demasiado feliz, su padre había vuelto, y justo en ese momento ella le estaba demostrando todo lo que había entrenado, le demostraba cuento valía en batalla.

Al parecer todo iba bien, pero Kawaki, al igual que ella, era un joven que al lado del séptimo había entrenado mucho y mejorado bastante. Cuando pensó que ella junto a Sasuke iban a derrotarlo su enemigo lanza un ataque que deja a ambos fuera.

En ese instante se sintió decepcionada, enojada, triste. Tantos años de entrenamiento para nada, basto que Kawaki lanzara un ataque, solo uno para dejar fuera de combate a ella y a su padre. Su duro entrenamiento no había servido de nada.

Justo antes de dejarse caer vio como iban a matar a su padre, ella no podía permitirlo, talvez no pudo proteger la aldea, pero si iba a proteger a su amado padre.

Hasta ese momento llego su recuerdo con Sasuke, después de interferir en el ataque todo se volvía negro para ella.

Después de aquel acontecimiento recordaba despertar para ver a su madre, ahí ella se había despedido. Se sintió triste de no poder estar mas al lado de su hermano.

«Lo siento Itachi, no estaré en tu cumpleaños »

Recordaba pasar su vida frente a ella, hechos tristes y felices, pensó erróneamente que su vida había llegado a su fin.

Pero ¿porque justo en ese momento se sentía diferente?

Tenía un fuerte dolor de cabeza, junto a una que otra incomodidad en su cuerpo, secuelas de la batalla.

Poco a poco fue recuperando fuerzas, ante sus ojos todo le parecía extraño, pero poco a poco todo iba cobrando sentido.

Las voces que oía, que hace unos segundos parecían distantes cada vez se hacían más claras, su vista iba cobrando fuerza, lentamente todo iba tomando sentido.

- ¿Dónde estoy? – apenas pudo pronunciar aquella frase, sentía que su garganta quemaba al hablar - ¿Qué paso?

Todo a su alrededor indicaba un hospital improvisado, enfermeras y doctores corriendo de un lado a otro. Nadie se había percatado que la pelinegra había despertado.

Intento levantarse, pero apenas estuvo de pie por escasos tres segundos volvió a caer en cama.

No podía estar ahí, tenía que buscar respuestas; ¿Qué había pasado? ¿Cómo es que estaba viva todavía? ¿Dónde estaban sus padres? Y la mas importante ¿Dónde estaba su hermano? El pequeño Itachi debía de estar solo y asustado.

«debo salir de aquí»

Intento levantarse dos veces más, pero el resultado seguía siendo el mismo, caída tras caída se sentía aún más frustrada. Al parecer nadie se había dado cuenta que ella estaba despierta.

En su último intento pudo mantenerse de pie, poco a poco iba expandiendo chakra a todo su cuerpo, si bien no era un medico ninja de la talla de su madre, pero al menos ya tenía los conocimientos suficientes para curar.

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Aunque en un principio sus pasos eran algo torpes y lentos poco a poco fue recuperando la movilidad normal.

Al salir de esa tienda-hospital en la que estaba se dio cuenta que había como diez de aquellas instaladas a afueras de la aldea, o lo que quedaba de su hogar.

Mirar atrás era doloroso para cualquiera, ver como todo estaba arruinado era ver sueños destruidos. Para algunos, los mas mayores, era volver en el tiempo cuando Pain había destruido la aldea, pero podrían reponerse.

Lo habían hecho hace tiempo, ahora igual que ayer volverían a reconstruir su hogar.

Sarada caminaba en busca de su familia, veía a grupos de que se abrazaban y lloraban al mismo tiempo. Al parecer no había muchas bajas después de la batalla, eso era algo bueno.

- ¡Sarada! – escucho que alguien la había llamado, al voltear vio a sus compañeros, su amiga Chouchou era la dueña de esa voz.

- Chicos, que bueno verlos a todos bien – les sonrió, estaba preocupada no quería que algo malo les pasara a sus compañeros.

- Al parecer tu igual estas bien – le respondió Inojin.

- Busco a mis padres, ¿no los han visto?

Al escuchar eso todos cambiaron su semblante, algunos la miraban con tristeza, otros ni siquiera pudieron sostenerle la mirada. Sarada a lo largo de su vida había estado junto a su madre, en las buenas y en las malas, saber lo que le había ocurrido a Sakura iba a ser muy doloroso.

Por alguna razón nadie había querido decirle sobre la muerte de la señora Uchiha, nadie tenía el corazón para decir que había perdido a su madre.

- ¿están bien? – la Uchiha era muy observadora y había notado el cambio de semblante que habían tenido sus compañeros - ¿paso algo malo?

- Boruto está en la tienda número nueve, está junto al nanadaime y Sasuke-sensei – dijo Mitsuki para romper la tensión, - eso es todo lo que sabemos Sarada.

- Bien, iré enseguida, gracias – estaba dispuesta a marcharse hasta que dio la vuelta preguntando por otra persona – Y ¿saben algo de Itachi?

Todos en respuesta negaron con la cabeza.

- Bueno, seguro debe de estar con mi madre, ellos dos son inseparables. Apuesto a que mama se preocupó tanto con Ita que apenas termino todo se fue corriendo con él. En fin, adiós.

Salió corriendo dejando atrás a sus amigos. Mas sin embargo mientras ella se alejaba sus compañeras comenzaban a derramar lágrimas, esa pequeña familia de tres integrantes había sufrido una perdida.

¿Cómo se lo dirían?

¿Cómo lo tomarían?

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