Visité un mundo donde en las tardes el arrebol era tan intenso que parecían simular grietas de magma.
El primer suelo que pisé estaba completamente cubierto de piedras, de horizonte a horizonte, la temperatura era tibia y constante, estaba todo tranquilo y completamente vacío, incluso el viento estaba callado, y no había ningún rastro de vida.
Caminé seis días mientras meditaba los extraños sucesos en los que me involucré en el mundo anterior... ¡Oh¡ ¡Cuánto lamento lo que hice sufrir a esas criaturas¡ Ahora que he olvidado sus formas, sé que nadie lo merecía.
Al día séptimo encontré la primera anomalía en el horizonte, Le pedí al cuervo que se adelantara a observar y éste fue y no tardó en volver pidiéndome que me acercara lo más pronto posible a "ella".
Entonces fuí, y comprendí su prisa, había un obelisco de un material absolutamente negro, que salía de un agujero que se veía como un remolino pero de piedras, y atada a esto una mujer del doble de mi tamaño, que podría ser considerada una belleza en la mayoría de los mundos que he visitado. Entonces la liberé, lo cual fue muy fácil, porque las cadenas eran de materia ordinaria.
Luego Intenté hablarle, y ella no me entendió, en su lugar me hacía señas que no podía descifrar. Era extraño, pero muy gracioso ver a una mujer grande moverse así, solo necesitaba oírla hablar para copiar su idioma, pero no lo hacía, así que durante un tiempo no hallamos forma de comunicarnos.
Entonces miré el agujero y el obelisco que salía de ahí, intenté comprender qué significaba, y miles de ideas se cruzaron en mi cabeza. La mayoría de estas ideas no tenían que ver con el obelisco ni con el agujero, me di cuenta que mis pensamientos estaban perdidos y que no estaba actuando con sensatez, entonces solté al cuervo otra vez, le pedí hiciera cuanto creyera útil y necesario, y se fue volando hasta que desapareció su imagen en lontananza.
Luego de intentar pensar otra vez, recordé que llevaba más de una semana sin comer, ¿Cómo podía olvidar esas cosas? Naturalmente sentí hambre, y fue justo en ese momento que noté que algo en mi mente no estaba bien. Podía ver, recordar, hablar y escuchar, podía sentir y caminar, estaba consciente y en un mundo donde no había más que piedras, nubes espesas, una mujer peculiar, un agujero y un obelisco negro saliendo del agujero. Pero no estaba pensando, mi mente estaba apagada, no podía razonar, no sabía qué hacía, ni tampoco qué hacer. Me sentía como en los días de mi infancia, cuando era como cualquier mortal que no tenía ni idea sobre la esencia humana. Estaba actuando por instinto.
Esperé recostado durante toda la noche, esperando la llegada del octavo día, mientras veía el cielo agrietado del plano; noté a la mujer que dormía y luego miré a todos lados buscando alguna pista del cuervo, pero no había nada, por donde sea que mirase la imagen era siempre la misma.
Entonces recordé al cuervo y su historia, sobre la razón por la que me acompañaba y por qué hacía lo que le pedía. Recordé que había hecho un contrato con él, tenía que volver a su hogar para acelerar la evolución de su especie, como establecía el contrato, y a cambio él me acompañaría y me ofrecería su ayuda en lo que pudiera. Pero lo cierto era que no tenía ni idea de como hacer eso, o tal vez lo sabía pero lo había olvidado; de otra manera sería yo un estafador. ¿Qué me había pasado? Cada vez que escarbaba en mis recuerdos me veía más a mí mismo como si se tratase de otra persona, y habían hechos que no cuadraban o me extrañaban en demasía...
Los recuerdos eran pesados y tardaban mucho en venir, así agoté mi mente y mientras noté que el cielo empezaba a esclarecer, en el séptimo amanecer, dormí. Durante dos días dormí.
Desperté al décimo día en condiciones anormales, estaba recostado en las nubes con los pies inclinados hacia el segundo cielo y la cabeza inclinada hacia el suelo. El lapso que tarda uno en quitarse el sueño encima y despertarse en todos sus sentidos acabó tan pronto como me dí cuenta de esto. Entonces empecé a caer, y mientras caía sentí cómo mi mente se apagaba como en los días anteriores; y no intenté hacer nada, me dejé caer sin pensar en absoluto. Y cuando choqué la superficie lo hice de cabeza; fue un impacto estruendoso, mi cabeza se partió y el dolor era insoportable, pero se detuvo una vez mi esencia empezó a curarme.
Esto fue bueno, porque me recuperé y supe la razón del problema en mi mente. Tenía una enfermedad que, de no ser por mi naturaleza divina, me habría matado en pocos minutos después de haberme infectado. Lo noté por los carbunclos que habían justo en el lugar donde había impactado mi cabeza. Esta enfermedad hace que se produzcan minerales preciosos dentro de los cuerpos humanos. En otro mundo, un alquimista lo había creado para volverse el hombre más rico de su entorno, matando a cientos de personas enriqueciéndose con los minerales en sus cuerpos; pero luego no le sirvió de nada su riqueza cuando la enfermedad se volvió una pandemia y mató a millones incluyendo a sí mismo. Algún otro alquimista contrarrestó la enfermedad y no se volvió a saber de ello durante cientos de años hasta la actualidad. Era un capítulo aterrador en la historia de su mundo que me contaron cuando llegué. Pero eso no viene al caso ahora, de alguna manera yo me había infectado y el efecto me estaba afectando en gran medida, tenía que librarme de esto.
Estaba esta vez solo, no había rastro del cuervo, de la mujer enorme, ni del obelisco. Habían muchas cosas pendientes por hacer, esta vez razonaba debidamente y mi razón me decía que no servía de nada pensar en todo esto hasta haberme librado de la enfermedad; asi que aproveché mi soledad para intentar hacer algo con esta enfermedad. Pensé en implosionar para deshacerme de mi estructura orgánica y dejar luego que mi esencia me regenere por completo y sin la enfermedad, pero no sabía exactamente cuánto tardaría en hacerlo y no podía permitir exponerme de esa manera, si algo le sucedía a mi esencia probablemente moriría, así que decidí explotar en lugar de eso, porque así estaría protegido y me regeneraría más rápido, aunque probablemente la enfermedad seguiría pero desde cero.
Y así lo hice; me desnudé, coloqué mi indumentaria en un sitio seguro, y estando en un punto cómodo, exploté.
Cuando se volvió funcional mi contenedor, fuí, me vestí, y me dirigí en búsqueda del cuervo. Mi cuerpo material ahora reiniciado duraría algún tiempo antes de fallar en caso de que la enfermedad siguiera ahí, pero mientras tanto, tendría que investigar el sitio y explicarle al cuervo sobre lo que me pasaba para que él pudiera hacer algo en caso de que mi mente vuelva a bloquearse.
Cuando llegue al obelisco, la mujer estaba ahí, sentada, lanzando piedras al obelisco. Era extraño, las piedras parecían no tocar el obelisco, ni rebotar, ni caer al espiral, como si desapareciera antes de tocarlo. Cuando ella notó mi presencia, se detuvo, se puso en pie, y me habló:
-"Este no es lugar para un dios". -dijo con palabras que eran sencillas de entender.