Libro II: 07 | Todo o nada.

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24 de agosto, 2022. 11:35 AM.

C.E.A.M.


Parpadeo lentamente.

Mi mente aún está intentando procesar lo que acaba de pasar, así que vuelvo a parpadear.

No puede ser.

—Eh... ¿hola? ¿estás ahí? ¿Ni un abrazo? ¿Un beso? ¿Nada? —Arquea una ceja, cruzándose de brazos.

—Creo que ya hemos tenido suficiente contacto físico por un día —murmuro, sin moverme de mi sitio.

Ella agita una mano para restarle importancia.

—Cuando pases más de un mes aquí sin ningún tipo de contacto seguro que me pides más —sonríe.

—¿Así que eres tú la espía a la que Axian ha infiltrado aquí? —Arrugo la frente.

—Oye, ¿por qué lo dices con ese tono de decepción? —Hunde las cejas en un gesto ofendido, aunque el borde de sus labios se curva con sorna.

—Creo que es obvio. —Entorno los ojos—. Tengo muchas preguntas, pero voy a empezar por la que más me interesa ahora mismo: ¿cómo has conseguido apagar esas cámaras?

Mis ojos vuelan hacia la esquina izquierda del techo para comprobar de nuevo que la cámara está apagada. Estaba encendida cuando entré al baño, de eso estoy segura. Pero justo después de que ella apareciera aquí se habían desactivado mágicamente.

—¿En serio? Acabo de revelarte mi identidad súper secreta ¿y lo que más te interesa saber es cómo he apagado las cámaras? —Rueda los ojos—. ¿No prefieres saber cómo he acabado trabajando para los Nephers? ¿O cómo he conseguido infiltrarme? ¿o por qué razón estoy haciendo todo esto?

—¿Cómo has acabado trabajando para los Nephers? —Le doy el gusto, solo para acelerar el proceso.

—Es un secreto —dice.

—¿Cómo has conseguido infiltrarte?

—Eso también es un secreto.

—¿Por qué razón estás haciendo todo esto?

—Eso es...

—Sí, sí, también es un secreto —digo—. Ahora dime qué has hecho con las cámaras y si tengo que preocuparme por que sospechen de nosotras.

Ella suelta una pequeña risa entretenida y, con un movimiento lento y deliberado, se quita un guante. Su mano está llena de tatuajes también, aunque su dedo corazón es el único que no tiene ninguno. Levanta la vista hacia la cámara apagada.

—Ven aquí, preciosa. Buen trabajo —susurra.

Una sombra emerge detrás de una de las cámaras, deslizándose por la pared. Aunque más que una sombra, parece otro tipo de materia, más sólida y viscosa. Tiene la forma de una serpiente, y aunque no es real, se mueve como si lo fuera. Ella pone la mano contra la pared y la serpiente sigue arrastrándose hasta que se desliza sobre su mano, enroscándose en sus dedos antes de acomodarse en su dedo del medio, y se convierte en otro más de sus tatuajes.

Observo lo que está ocurriendo en silencio y luego miro el resto de los tatuajes que ocupan su cuello. Ahora que me fijo mejor, parecen más bien runas, o tal vez solo sean formas aleatorias sin ningún significado. Ascienden desde debajo del traje hasta su mandíbula y detrás de sus orejas.

—Se llama Veneno. —Ella levanta el dedo medio, donde está la serpiente, y sé que no solo hace ese gesto para mostrarme su tatuaje—. Puede destruir, envenenar, incapacitar o desmantelar cualquier cosa de pequeño tamaño. Te la presentaría, pero no le gustan las mestizas.

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