•40

688 51 5
                                    

Capítulo cuarenta:

Maratón 2/2

—¿Por qué no dijeron nada? Tienes suerte de haber salido ilesa, Lukas está desquiciado. —Mika me mira con desaprobación, justo como todos los chicos en la sala ahora mismo.

Decidimos esperar hasta el miércoles en la noche para contarles, ya que Jayden ha estado de mal humor por lo de su padre, quien ha dejado en claro que no se va a rendir con él.

Estoy cansada de esto.

La verdad es que no he dormido bien últimamente, siento un miedo inexplicable a cada rato pues, la amenaza de Lukas no sale de mi cabeza y su mirada escalofriante cuando me reí en su cara. Se que está tramando algo.

—Me dijo que si les decía algo, no dudaría en hacerles daño. —digo, un poco chocante. En vez de recriminarme, es mejor que empecemos a pensar como solucionar esto.

—Pensé que eras más inteligente que eso. —Chris dice con su típico semblante juguetón.

El chico está buenísimo; ya no es el capitán del equipo, le ha dejado el puesto a Jayden. Todavía no se si es bueno o malo, pero a él le gusta.

—El punto es que debemos pensar en algo, porque atacarán en cualquier momento.

JJ se frota la frente con exasperación, mientras Sophie acaricia su espalda en consuelo.

—No tengo cabeza para pensar. Por el momento, nuestro centro es Olivia, tenemos que tenerla protegida, ya sabemos que van contra ella.

Siento la mano de Colton colarse por mi espalda hasta mi cintura.

—¿Cómo estás tan seguro? —Owen me miró confundido.

—Sólo lo sé. —se levanta y sube las escaleras, con un semblante cansado, haciendo caso omiso a nuestros llamados para que no se vaya.

Pero igual lo hace.

—Está de muy mal humor, ¿qué ha pasado? —Shawn nos pregunta a Soph y a mi, pero ambas nos damos miradas cómplices, sabiendo que es mejor no hablar.

—Eso es algo que debe decirles él. —susurro, deleitándome con la mano de mi moreno, la cual hace pequeños masajes en mi cintura.

Mi periodo está a punto de venir, lo cual me pone muy hormonal.

—Creo que ya deberíamos irnos, es tarde. —luego de un silencio incómodo, los muchachos dejan la casa con bromas para tratar de aligerar el ambiente y apaciguar los ánimos, todos parecemos zombies.

Mi amiga nos da una mirada disculpándose y sube detrás de mi hermano, dejándonos solos. La mano de Colton se cuela en mi rodilla de manera cariñosa y le da un apretón. Me estremezco.

—Todo va a estar bien. —asiento, aunque no lo sienta así.

—Siento que es mi culpa, si yo...

—¿Si tú qué? No es tu culpa Olivia, ellos son los que están locos, no es culpa de nadie lo que pasó. —susurra, se que contiene las ganas de decir que es suya, pero descarta las palabras.

—Vamos a relajarnos, hemos estado bajo mucha presión, ¿Qué te parece si vamos a por un helado y llevamos a Sky?

Sonríe con complicidad.

—¿A esta hora?

—¿Hay algún problema? —me levanto con una sonrisa gigantesca y tomo mi abrigo, viendo como se acerca a mi y me acorrala contra la pared.

—Para nada.

Lo observo desde abajo sintiéndome como una pequeña hormiga, mientras el me mira coqueto, dándose cuenta de que, de pronto, mi respiración se cortó.

—¿Por qué tan nerviosa, cariño?

Oculto mi sonrojo con una sonrisa tímida, lo cual parece gustarle más.

—Me encanta que seas tan tierna.

Su boca se hunde en la mía con fuerza, dándome un beso que jamás había probado. Uno lleno de ganas. Sus dedos juegan con el dobladillo de mi camiseta, y rezo internamente para que no la levante, no quiero que vea lo horrible que soy.

Sigue besándome, pero baja el ritmo con sensualidad, y pegando su pelvis con la mía, dejándome sentirlo. Mi pulso se acelera al sentirlo duro contra mí.

Suspiro en su boca.

Se aleja de mí con una fuerza de voluntad monumental, y se muerde el labio coqueto.

—Es mejor que nos vayamos antes de que te haga lo que estoy pensando. —abro ligeramente los ojos ante su comentario sucio -que, curiosamente, me ha excitado más todavía- y asiento con las mejillas incendiadas de rubor.

Oh Colton, si supieras...

Ambos caminamos en completo silencio hacia su auto, de reojo puedo ver su sonrisa porque sabe lo que ha logrado en mí, y yo sólo puedo ocultar mi rostro detrás de mi cabello en vergüenza. No tengo para nada de experiencia en... ese ámbito.

Cuando subimos al auto, toda la tensión sexual se vuelve más palpable, y luego se vuelve muchísimo más notoria, cuando bajo a ver sus pantalones.

Oh Dios.

—No me mires así, cariño.

Simplemente me obligué a apartar la mirada, debí verme patética husmeando su cuerpo. Así que me encojo en mi asiento. Cuando llegamos a su casa, todas las luces se encuentran apagadas, lo cual me parece extraño, a penas son las nueve.

—Vamos, quizás esté en su habitación.

Asiento y me dejo tomar la mano para adentrarnos en la gigantesca casa. Pero no se escucha nada, solo hay vacío.

—¿Dónde están los demás?

Ahora que lo pensaba, nunca había visto a su madre desde la primera vez que había venido aquí, pero sabía que seguía presente, pues Sky la nombraba de vez en cuando.

—Creo que han salido, quizás estén visitando a mamá.

—¿Visitando?

Lo observé recostarse contra la puerta de la cocina, su erección había disminuido notablemente, pero el bulto seguía hinchado. Y me ponía ansiosa.

—Está en una casa de retiro para personas con problemas de alcohol. —asentí, entendiendo la situación. —vamos, te llevaré a casa.

Pero, no quería separarme de él.

Quería terminar lo que más temprano había empezado. Era extraño, quería experimentar, pero odiaba mi cuerpo y no quería que me viera.

¿Tiene sentido?

—No quiero ir a casa.

Lo vi dudar cuando tomó las llaves del coche, como si no hubiese escuchado bien.

—¿A dónde quieres ir, entonces?

Con vergüenza me acerqué a él con la cabeza gacha y tomé su mano fría, tímida.

—Me quiero quedar aquí.

Pude ver como su respiración se aceleraba y tragó sonoramente, pero ocultó todo rastro de desconcierto para acercarse a mí y obligarme a mirarlo.

—Dime que quieres, Olivia.

Ni yo sabía que quería.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora