El suave deslizar de los dedos en su vientre desnudo despertaron al joven príncipe, pero, como estaba disfrutando de aquella caricia, Eric no dijo nada y fingió que seguía durmiendo.
—Se que estás despierto, estás sonriendo —le dijo la voz de Grimsby.
Eric abrió los ojos mientras que halaba al otro hombre para darle un beso.
—Su majestad eso es impropio —aseguró Grimsby, separándose levemente para después volver a unir sus labios al hombre.
—Mientras nadie nos vea y mientras esto no deje de ser un juego, no hay de qué preocuparse —aseguró Eric, levantándose y empezando a cubrir su desnudez con la ropa tirada en el suelo.
Ambos varones se quedaron en silencio al escuchar voces al otro lado de la puerta del camarote real.
—Cielo despejado y viento fuerte —decía una grave voz de varón—, el rey Tritón debe estar contento.
—¿El rey Tritón? —preguntó Eric, volviéndose hacia Grimsby—. ¿Quién es ese rey del que hablan mis súbditos?
Con una sonrisa de burla el musculoso hombre habló, dándole la espalda al príncipe mientras se ponía los pantalones:
—Todo buen marinero sabe quién es el rey tritón: es un cuento de mar realmente: el soberano del reino de las sirenas, pero no creo que sea conveniente que creas en eso. —Al terminar la frase, Grimsby tomó de la cintura al príncipe y le dio un beso.
—Si mi tutor lo dice, así debe ser —rio Eric, empujando a Grimsby de vuelta a la cama. Parecía que el haberse vestido había sido en vano.
Mientras que a Eric le parecía fascinante y Grimsby pensaba que era una tonta fantasía, el reino de las sirenas realmente existía a leguas por debajo de ellos, claro que dichas criaturas abandonaron sus mentes en poco tiempo, teniendo tantas y mejores cosas que las ocuparan.
En un enorme castillo resplandeciente y dorado, cientos de pertenecientes a la especie de las sirenas se encontraban reunidos en un elegante anfiteatro en espera de que un espectáculo se diera inicio.
En un enorme palco, por encima de los demás y en un trono enorme, un sireno igual de grande yacía sentado, pese a que se adivinaba la edad de aquel ser, por su barba crecida y blanca como su cabello, también se podía intuir su energía y su vivacidad, sus brazos eran gruesos y musculosos, lo mismo sus pectorales y su marcado abdomen, incluso su cola de pez era robusta. El sireno que ostentaba la corona que lo catalogaba como rey, volvió sus intensos ojos azules al pequeño y robusto sirenillo que yacía a su lado, en un trono más pequeño.
—No sabes cuanto ansío ver esta representación, Sebastián —dijo con potente voz.
—Majestad —respondió el sireno de cola roja—, este será el mejor concierto que jamás haya dirigido, ¡sus hijos van a estar espectaculares!
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El Sirenito
FanfictionEl cuento clásico contada de forma no clásica y para nada infantil. Esta es una adaptación de la historia de Disney, pero en su versión yaoi. No juzguen sin darle la oportunidad ;)