No estás solo.

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And I would be the one
To hold you down
Kiss you so hard
I'll take your breath away
And after I'd, wipe away the tears
Just close your eyes dear


"No te preocupes mamá, todo va a estar bien, no me voy mucho tiempo." dijo Joaquín subiendo su segunda maleta al auto mientras su madre, colocándose los lentes de aumento, le seguía el paso.

"¿Me vas a llamar, verdad? Me preocupa que vayas a estar ahí solo en medio de la nada." le contestó su madre, envolviéndose en su cárdigan en respuesta a otra ráfaga del viento fresco de otoño.

"Todos los días, ya calmate, sabes que conozco esos terrenos como la palma de mi mano, y solo me quedo en lo que termino el libro." respondió Joaquín cerrando la cajuela del auto, mirando a su madre. "Todo va a estar bien ya verás, ¿porqué tanta preocupación?" le preguntó, aunque muy en el fondo sabía la respuesta.

"Tenemos años sin visitar esa cabaña Joaquín..." le susurró su madre, Joaquín la vio tiritar de frío y la abrazó para transmitirle un poco de calor. "esos terrenos tienen años sin cuidados, seguro ya es un bosque horrible para estas alturas..." Joaco soltó una risa, su madre le dio un pequeño golpe en el brazo sin romper el contacto, él se disculpó. "me da miedo que algún animal te ataque, o que te enfermes estando ahí o que algo le pase a esa estúpida y vieja casa, estarás incomunicado."

Joaquín asintió entendiendo la preocupación de su madre, lo entendía a la perfección pero no compartía su sentir, es decir, obviamente también estaba preocupado, pero también sentía la necesidad enorme de salirse de su casa, de salirse de la ciudad, sentía en el pecho una ansiedad inmensa de ver otra cosa que el panorama de la ventana de su habitación o de la ventana de su estudio; tenía ya más de dos años trabajando en la última parte de su trilogía de novelas, tenía tanto tiempo estancado sin poder escribir un final que le llenara, un final que le gustara, se sentía perdido y tanto los fans de la saga como sus jefes en la editora se encargaban de hacerle sentir peor con la presión de querer saber que sucedía después.

Tenía que irse, su madre lo sabía, él lo sabía, no eran los únicos que sabían.

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Joaquín estacionó el coche después de tres horas y media manejando, los caminos hacia la cabaña de su familia se habían estrechado y oscurecido con el tiempo y se perdió más de dos veces; parecía que sus recuerdos le fallaban, cuando llegó y vio el lugar en el que había pasado su infancia un ataque de nostalgia le llegó de golpe, los árboles de al rededor y las plantas del jardín estaban justo como su madre había predicho, hechos un bosque, la construcción se veía descuidada, roída y desgastada por el tiempo y el desuso, lo que antes era un color caoba en la madera ahora era un pálido café provocado por años de sol y lluvia, la cabaña a la que asistía con su familia dos veces por año se veía más pequeña, más triste, más sola de lo que la recordaba, siempre lo fue, pero en ese momento, después de casi una década de no verla, la pequeñez, la tristeza y la soledad, pesaban más.

Tardó unos minutos en poder abrir la puerta, cuando entró el segundo golpe del día le llegó; olía horrible. Un olor entre a encerramiento, a insectos, tal vez a humedad y a moho. Mientras se abría camino hacia una de las habitaciones para dejar sus cosas, también abría ventanas y cortinas, quitaba sabanas y plásticos protectores de los muebles y se aseguraba de que la electricidad funcionara como debería. Poco a poco la cabaña tomó un aire más hogareño y dejó de oler a casa embrujada, sólo faltaba encender la chimenea para que todo fuese justo como Joaquín lo planeó.

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Después de instalarse Joaquín decidió salir a caminar un rato para tratar de reconocer los al rededores de la propiedad, tenía mucho tiempo sin visitar ese lugar que le parecía tan mágico de niño que incluso sintió esa pequeña esperanza de obtener una idea mientras estaba fuera.

No estás solo. (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora