Cap. 18: ¿Esto es un adiós?

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El de la foto es Gabri (aunque sea rubio, ignorad ese pequeño detalle XD)

Los meses pasaron. Con ellos, la enfermedad de mi padre iba empeorando.

Confundía a Cris con mi madre con mucha frecuencia y, a veces, nos despertaba de un susto por sus alucinaciones. A medida que pasaba el tiempo le costaba más hablar y podía cambiar de estar nervioso a tener mucho sueño en cuestión de segundos.

Nunca me avisaron de que esto iba a ser tan duro...

A veces te podía sorprender sudando y con los ojos muy abiertos, agarrado con fuerza a las sábanas, en mitad de la noche.

Dolía...

Aunque Dani estuvo en todo momento a mi lado, sentía que me faltaba algo. Algo que él no podía rellenar.

Mi madre es muy fuerte, siempre lo ha sido. Y no lloró ni una sola vez delante de nosotros.

A escepción de el último día.

Estábamos todos en la habitación, en silencio.

Era un día más de diciembre, mi padre no mostraba variaciones por lo que simplemente estábamos haciéndole compañía.

—Gabri...—De repente, me llamó con dificultad.—Ven aquí...—Me puse a su lado.

—¿Qué pasa? ¿Te duele algo?—Valanceó la cabeza.

—Llama...—Cogió aire.—Llama a las enfermeras...

Me faltó tiempo para volar hacia el botón y avisarlas. En pocos minutos llegaron.

—¿Qué sucede?—Dijo Alicia. Al ver a mi padre corrió hacia su lado.—Nerea está muy grave.—Avisó a la otra enfermera.

—¡¿Qué?! ¿Qué le pasa?!—Exclamó mi madre.

—Insuficiencia cardíaca y respiratoria.

Lo vi todo a cámara rápida, las enfermeras se movían de arriba a abajo, traiendo cosas y moviendo la cama.

—Tenemos que ingresarlo en la UCI, ya.—Exigió Alicia.

En cuestión de minutos bajamos a la planta baja y nosotros nos quedamos en la sala de espera. Daba vueltas de un lado hacia el otro, esperando noticias. Mi madre miraba al suelo mientras Daniel pasaba una mano por su espalda y Cris miraba a un punto fijo de la blanca pared con los ojos llorosos.

Y así pasamos unas cuatro horas.

De vez en cuando salian para comunicarnos cosas, pero todo eran malas noticias.

Después de la eterna espera salió Alicia con la cabeza gacha.

—¿María Clariana?

—Sí...—Respondió mi madre.

—Pueden pasar.—Entramos a la oscura sala.

Los débiles pitidos inundaban la estancia, mientras mi padre yacía estirado en la cama, con la respiración lenta.

—¿Papá?...—Pregunté con cierto miedo.

Me acerqué a él y le acaricié la cabeza.

—Cariño...—Mi madre le dio un beso en la mejilla.

—¿Esto...—Habló en un débil susurro Cris.—...esto es un adiós?...

Mi padre negó con la cabeza y se quitó la mascarílla que le proporcionaba oxígeno por unos segundos.

—Esto... no es un adiós...—Nos miró a todos.—Solo... solo un hasta luego... ¿Qué os parece?...

Y fue entonces que mi madre se derrumbó, soltando todo lo que había guardado con angustia todo este tiempo. Me tapé los ojos, deseando desaparecer. Noté unos cálidos brazos rodeándome, seguramente de Daniel, pero no me giré a comprobarlo.

Sweetie (inacabada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora