XXIV

442 88 18
                                    

—Vale, Werner, has ganado —le dijo Dominic con tono de aburrimiento absoluto—. Está claro que Zacarías no ha dado con Anuja y ya tienes bajo tu yugo a todos los maleantes de Morkvald... Bueno, y a un niño de cinco años.

—¡Eh! ¡Que tengo diez! —se quejó Ezequiel, pero nadie le prestó mucha atención.

—Lo que sea. Pero al menos concédeme un último deseo antes de que me cortes la cabeza, ¿no?

—¿Qué quieres? —preguntó Werner sin ningún interés, mientras abría la puerta de otra celda sin dejar de apuntarme con su espada.

Yo llevé las manos a las espadas, pero el gesto de Dominic de negación me hizo bajarlas de nuevo. ¿Qué pretendía?

—¿A parte de la clave del Wifi, quieres decir? —se burló Dominic, mientras yo entraba en la celda por voluntad propia—. ¿Qué harás contra Darren cuando venga con los caenunas?

—Los caenunas no se aliarían con Darren —se negó él.

—¡Sí lo haría! —intervine—. Darren estaba hablando con uno, y van a poner una bomba. Tenemos que salir de aquí.

Werner me miró y luego a Dominic. Finalmente agitó la cabeza.

—Darren no es rival para Morkvald, si de verdad intenta algo, le detendremos. Mandaré a Arkra al infierno y a vosotros con él.

—Sí, sí. Dime otra cosa. ¿A cuántos habitantes de Morkvald has matado para defender el Aprelic? ¿A cuántos humanos?

—¿Qué más da? Ni unos ni otros son importantes en comparación con mantener al Primero atrapado. Mataría a todo Morkvald y a toda la Tierra con tal de que él no escape.

—Gracias. Eso quería oír —se jactó Dominic—. ¿Algo más que declarar en tu contra? No, genial, porque te considero culpable...

—¿Qué tonterías estás diciendo? —resopló el militar, acercándose al preso.

—¿Sabes por qué vas a morir, Werner? —preguntó Dominic, poniéndose repentinamente serio.

—Sorpréndeme... —bufó, poco contento con el derrotero de la conversación.

—Morirás por no escuchar. Nunca escuchas. No escuchabas a Arkra, ni a Anuja, ni a Zacarías, ni a mí —expresó, con tono mortal y afilado—. No nos oíste las mil veces que te dijimos qué nosotros tres éramos un equipo. Te libraste de Anuja, pero no de mí. No debiste acercarte a ella, porque vas a pagarlo muy caro. Te prometo, Werner, que como le hayas tocado un solo pelo, buscaré a esos dos putos locos que tienes por descendencia y dedicaré cada segundo que me quede de existencia a torturarlos. No permitiré que mueran, eso seguro. Pero les arrancaré la piel una y otra vez, hasta el fin de los malditos tiempos. Así que, por tu bien, más te vale que Anuja esté a salvo.

Tragué saliva con dificultad y me pareció que Werner hacía lo mismo. Ni aunque Dominic hubiera gritado o le hubiera amenazado con un arma habría dado más miedo.

—¿Y qué vas a hacer? Ni tú puedes librarte de esas cadenas de dragón...

—Y sigues sin escuchar. Te lo diré más claro... o mejor, ¿se lo dices tú, Zack?

Busqué por la pequeña sala, como si pudiera estar ahí y no verle. Sin embargo, entró con toda la calma del mundo por la puerta. Al parecer, allí podía entrar cualquiera sin que le percibiésemos.

—¿Qué haces aquí? Se supone que estabas buscando a Anuja... —preguntó Werner y supe que tenía miedo.

—Ya, mentí. —Se encogió de hombros con simpleza y luego me dedicó una mirada—. ¿Estás bien, Selene?

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora