Capítulo 1

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Apartó el brazo fuerte que rodeaba su cintura, apartó las sábanas, sentado en la cama observó la habitación en busca de su ropa, cuando la localizó se levantó y llegó en primer lugar hasta los calzoncillos, el inclinarse hizo que con la tensión notara el leve dolor en su trasero, efecto secundario de la noche desenfrenada. Mientras se ponía el bóxer miró hacia la cama, al hombre rubio que seguía dócilmente dormido, tan dócil como había resultado ser. Ulrik torció la nariz disgustado, a veces se preguntaba porqué seguía intentando que esas relaciones dieran para algo más, era algo totalmente inútil. Probaba sin ningún orden con mujeres, hombres, como activo o pasivo, pero nunca obtenía el resultado que buscaba, eran mentes débiles que al final hacían lo que él quería... La historia de su vida.

Desde la más tierna infancia había sido así, sus padres lo habían mimado a tal punto que cuando alcanzó los diez años hasta él llegó a ser consciente del hecho, había extrañado eso que tenían otros niños: una regañina, un no por respuesta. Con sus padres era misión imposible, también era cierto que había sido un buen niño, adorable y cariñoso, pese a sus caprichos. En la adolescencia no mejoró, y eso que entonces sí solía meterse en problemas, hizo todas las gamberradas que le correspondían a esa edad más el cupo de travesuras que no había hecho en la infancia y más. Formar un grupo de rock en esa etapa no ayudó precisamente a tener menos problemas en algunos de los conciertos que en ese entonces dieron en alguna sala. Aunque también era cierto que para su adolescencia ya había llegado su hermano Erik, listo para que lo consintieran... y por desgracia ese no había sido un niño tranquilo y adorable, en absoluto.

De algún modo, ahora se encontraba buscando alguien con carácter, alguien más dominante. Llegó a pensar que el problema era que era un tío y con las mujeres era el rol que le tocaba, aunque él no creía en esas cosas, pero probó con los hombres, incluso a ser él que estuviera debajo, pero pronto comprobó que ese no era el problema, el problema era él y su poder para encandilar a la gente incluso sin quererlo.

Se puso los pantalones vaqueros ajustados y la camiseta blanca sin mangas, vio al hombre girar buscando su cuerpo ausente, pero el rubio sólo se encogió al no encontrarlo, conformándose con el calor que aún quedaba en las sábanas. El móvil vibró en el bolsillo de sus pantalones, descolgó y salió del dormitorio, estaba seguro de que las zapatillas se las había quitado antes.

–¿Dónde cojones estás? –Eso fue lo primero que escuchó desde el otro lado de la línea.

–En proyecto de ir a casa a por una ducha. ¿Dónde está el fuego tan temprano, Liesl? –cuestionó a su amiga, quien en su día fuera la bajista del grupo de rock.

–Son las 12, capullo. Mueve ese precioso culo aquí. Joder, te conseguí este reportaje a Ilia, dije que eras el mejor, ¿y así me lo pagas?

Ulrik miró la hora comprobando que su amiga no mentía.

–Mierda... –maldijo. Encontró sus zapatillas y se sentó en el brazo del sofá para ponérselas, su culo protestó un poco, al menos había conseguido que el tipo lo jodiera tan fuerte como le gustaba, un punto a favor–. Estoy a veinte minutos... si sé dónde dejé la moto –murmuró lo último.

–Acelera, ella estará aquí en quince –dijo la mujer y maldijo en un suspiro de resignación.

–Vamos, Liesl, mientras está con la estilista llego y hasta me da tiempo a darme una ducha, y ya sabes que la tendré de buenas en dos segundos, soy un encanto, todo el mundo lo sabe –la tranquilizó.

–Es Ilia Petrova, no una de esas modelos con las que trabajas, no las tengas todas contigo. Date prisa –repitió antes de colgar.

El hombre de 1'84 m de altura, pelo castaño oscuro, que en ese momento se levantaba rebelde en distintas direcciones gritando por un peine, y ojos grises por esa vez hizo caso a su amiga, mánager de la afamada actriz a la que tenía que fotografiar esa tarde. Renunció a encontrar unos míseros calcetines y se largó de allí a prisa.

Mi rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora