Capítulo 39

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Regalito para ustedes que son las mejores lectoras/es del mundo.. Gracias por tanto cariño! 💕🌹

Subió las escaleras agotado pero satisfecho, controlar sus emociones primitivas cargadas de odio y soportar su presencia con simpatía se le hacia tan pesado como una jornada de arduo trabajo en la mina

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Subió las escaleras agotado pero satisfecho, controlar sus emociones primitivas cargadas de odio y soportar su presencia con simpatía se le hacia tan pesado como una jornada de arduo trabajo en la mina. No había podido cenar con Elena ni Oliver y deseaba oírlos en sus entretenidas conversaciones de literatura, geografía o vida silvestre. Días atrás. la fábula de la liebre y la tortuga simplemente le había fascinado y se había descubierto a sí mismo oyéndola embelesado como Oliver, es que ella era fabulosa, los había hechizado por completo y no tenía idea cómo, pero cada día despertaba anhelando verla y oírla.

Camino por el pasillo y se detuvo junto a su puerta, ya todo estaba silencioso y supuso que tal vez dormía, pero sus ansias eran mayores y su deseo incontrolable. Apoyó su frente en la madera y cerró sus ojos un instante, intentando concentrarse en cualquier sonido que diera pistas sobre su vigilia o su sueño. Ante el silencio, apretó su boca dispuesto a entrar a su habitación y dormir, pero un leve y tenue sonido lo hicieron volverse de inmediato y antes de poder si quiera pensarlo, estaba golpeando con sus nudillos suavemente.

Aguardó un instante ansioso y luego sus ojos claros aparecieron entre las penumbras producidas por la tenue luz de un candelabro.

—Aiden... —Musitó extrañada —¿Sucede algo? —él movió su cabeza afirmativa mientras sus ojos seguían concentrados en sus labios gruesos moviéndose. —Dime por favor... ¿es Oliver? —Movió en negativa y se acercó un poco más a ella encontrando su nariz por la estrecha abertura que había, y dejando sobre ella un suave beso que la sorprendió y la hizo sonreír.

—Necesito saber como hueles esta noche. —Elena lanzó una carcajada que contuvo con su mano rápidamente.

—Estás loco... —susurró aun sonriendo.

—¿Me permites? —Elena entreabrió un poco más y él se acercó en un paso y la abrazó hundiendo su rostro en su cuello que sabía con certeza que olía a vainillas. Aguardaron unos segundos, él inspirando su aroma y ella riendo al sentir su cabello rozando su rostro.

—¿Ya está? —preguntó con picardía.

—Un poco más. —afirmó suplicando, haciendo que volviera a reír. Él continuaba hechizado con su aroma preciosa y embriagadora y ante un impulso que se hacía incontrolable, besó su cuello lentamente, primero un beso y luego otro mientras ella cerraba sus ojos apretándolos en una mezcla de temores y deseo.

Aiden hizo un paso más arrastrando con él su delicado y delgado cuerpo mientras cerraba la puerta tras de sí y continuaba besando el borde de su mandíbula, y sus labios delicados que se mantenían en silencio aunque él notaba sus dudas y sus temores.

—No tengas miedo... —susurró sobre su boca y ella apenas entornó sus ojos para encontrarse con los suyos. —No voy hacerte daño... te lo juro.

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora