Capítulo treinta

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–¡Bambi! –exclamó West sonriente al salir de la cocina y encontrarme ingresando a la casa.

–Hola –lo saludé con una sonrisa y fijé mi mirada en la jarra que sujetaba en su mano–. ¿Qué es eso?

–Ah... esto –estiró ligeramente hacia mí la jarra y pude ver liquido transparente–. Licor.

–Tú no puedes beber... –comenté mientras miraba de reojo todas las botellas vacías sobre la mesa del comedor.

–No estoy bebiendo –él sonrió–, solo sirvo el licor.

–West porque tardas tan... –Nafla salió de la sala de juegos–... to. Oh... –sonrió al verme–. Llegaste.

–Sí, hola –saludé al pelirrojo.

–¿Quieres acompañarnos? –señaló brevemente detrás suyo hacia la sala de juegos de la que acababa de salir.

–Eh... no lo sé... –sonreí incomoda.

–Danbi, hola –Liz salió también de la sala de juegos alegrándose de verme, caminó directamente hacia mí para saludarme con un doble beso de mejillas como era su costumbre–. Llegas justo a tiempo.

–¿A tiempo para qué?

–Para jugar con nosotros.

–¿Jugar?

–No preguntes y ven conmigo –ella sonrió y me jaló ligeramente del brazo guiándome hacia la sala de juegos.

En la entrada se podían ver varios zapatos, cosa que me sorprendió porque al contrario de nuestra cultura, en esta casa siempre se anda con zapatos.

–Miren quien ha llegado –canturreo ella al entrar y todos sonrieron y saludaron.

–Hola chicos... –saludé mientras contorsionaba mi pie para quitarme la única zapatilla que podía usar y gracias a Liz pude quitármela.

Pude ver a todos los chicos de la oficina que ya conocía y unos cuantos más que no había visto antes, además había una chica junto a cada uno de los chicos, todos estaban sentados en el piso formando un círculo sobre una aterciopelada alfombra que no había visto antes, se intercalaban Hombre y mujer.

–¿Qué es esto...? –pregunté mientras era despojada de mi mochila y muletas.

–Aquí hay un lugar especialmente para ti, siéntate –Liz me ayudó a sentar junto a Bloo quien me ignoraba por completo.

–No –Owen, quien estaba frente a mí. Se puso de pie–. Ella no va a jugar.

–Tu no decides por ella –reprochó Liz sonriente y caminó hacia él para sentarse a su lado–. No arruines la diversión Owen.

–Pero es que...

–Bebe esto y calla –Liz le entregó a Owen un vaso con licor.

–Vamos a empezar –un sujeto regordete al que no conocía empezó a hablar–. Explicaré las reglas del juego para quienes no las conocen. Giraremos la botella y al detenerse esta señalará a una persona con su pico...

Ah... conozco este juego, debí imaginarlo cuando los vi a todos sentados en círculo.

–... entonces el elegido deberá cumplir el desafío que imponga la persona señalada con el fondo de la botella y en caso de no querer cumplir el desafío deberá quitarse una prenda de vestir.

¡Un momento! Esta es otra versión del juego que conozco, ¿Quitarse la ropa?

–Y lo más importante. Lo sucedido en el juego se olvida después.

RUDEWhere stories live. Discover now