Capítulo 13

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El sol finalmente salió. Había terminado la primera noche de luna llena. Ignorando lo sucedido, Franco y Pablo se despiertan al sentir la fuerte luz matinal entrando por su venta.

– ¿Qué hora es? –Pregunta Pablo cubriéndose el rostro con su antebrazo incapaz de soportar la claridad del día.

–Son apenas las ocho. –Le contesta Franco dando un fuerte bostezo.

–Oye Franco. Anoche tuve un sueño de lo más raro. Soñé que un lobo aullaba. Era un aullido muy fuerte, tan fuerte que hasta me desperté.

–No fue un sueño Pablo. También escuché ese aullido.

–De verdad? Creí que estaba soñando.

–No lo hiciste, pero seguramente fue solo un perro muy grande. Sabes que en este país no hay lobos.

–Eso es verdad, pero quizás alguno se pudo escapar de algún zoológico o algo así. Recuerda lo que le pasó a Lucía Stevenson. Lo que la atacó no fue solo un perro,

– ¿Porque hablas de esas cosas Pablo?

–No te lo había dicho. Pero ellas eras mis amigas. Desde que me enteré lo que les sucedió quise saber que había ocurrido. Intente ver los expedientes de mi padre, pero, al parecer, él sabe tan poco como yo.

–Lo siento. No sabía que eran tus amigas. –Se disculpó Franco apenado.

– ¿Sabes que es lo más extraño? Mi padre piensa que tu hermano está de alguna manera relacionado con las cosas que están ocurriendo. Es decir, el sujeto que mató a Emilia, también intentó matarlo.

–Eso es verdad. Yo también siento que mi hermano me oculta algo. No se mu bien que es. Pero lo que si estoy seguro es que él no tiene nada que ver con la muerte de esas niñas.

–Eso es verdad, pero algo en tu hermano hizo que quieran matarlo.

–Bueno pero no averiguaremos nada aquí acostados. –Dijo Franco mientras se levanta.

– ¿A qué te refieres? –Pregunta Pablo todavía sin ganas de levantarse. – ¿Qué quieres hacer?

–Vayamos a averiguar que está sucediendo en nuestro pueblo.

Ambos muchachos se levantan. Luego de cepillarse los dientes y lavarse las caras, pasan con cuidado frente a la habitación de Jonathan quien todavía estaba profundamente dormido. Luego de improvisar un desayuno con pan y leche, ambos salen de la casa.

El calor a esa hora tan temprana ya era considerable, pero afortunadamente el sol comenzaba a ocultarse tras una gran nube mientras el cielo se tornaba cada vez más gris.

–Al parecer lloverá. –Dijo Franco al darse cuenta de la enorme sombra que proyectaba la nube sobre el suelo.

–Bueno, ¿Por dónde comenzamos? No somos detectives ni nada por el estilo. –Dijo Pablo rascándose la cabeza dubitativa.

–Creo que en primer lugar debemos ir a la escena del crimen. Tenemos que ir al lugar donde atacaron a Lucía.

–Está bien. En marcha.

Ambos comenzaron a caminar por el polvoriento camino de tierra. Una suave y tenebrosa brisa comenzó a soplar sacudiendo los árboles que dejaban caer sus hojas marchitas. El arroyo donde jugaban las niñas, esa trágica noche, estaba a solo un kilómetro de la casa de los Jakov. Franco recuerda las tantas veces que había ido a ese arroyo y jamás había visto algo fuera de lo normal. Mientras caminaban escuchan a lo lejos una voz que los llamaba.

Presagio de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora