Desperté después de varias horas de inconsciencia, un brazo fracturado y seguramente muchas lágrimas de Hyungwon, de eso no había duda porque en cuanto estuve totalmente despierto reconocí su cansado llanto a una cierta distancia de donde me encontraba. No podía verlo pero era lo que más anhelaba.
— Hoseok... —susurró mi madre envolviendome en un suave abrazo al ver que ya había reaccionado— estaba tan preocupada...
Yo simplemente asentí porque aunque quería hablar con ella, mi boca estaba totalmente seca y me dolían partes del cuerpo que ni siquiera recordaba que tenía.
— Estoy... Bien. —articulé con un poco de dificultad y giré mi cabeza para buscar a Hyungwon, pero eso solo causó que un fuerte mareo se apoderara de mi— carajo... —susurré casi si voz.
Mi madre me dio un poco de aire fresco al notarme palideciendo y no tardó en saber la causa de mi preocupación.
— Hoseok, él está bien. —afirmó mirando hacia un lado— solo está asustado, creía que te había pasado algo peor. —asentí ante su declaración— él fue quien me contactó.
Su última frase me había deshecho por dentro. No quería ni imaginarme la situación de pánico que Hyungwon había sentido al verme así.
— Llámalo... —pedí después de un rato y mi madre acató mi orden, entonces despues de un buen rato llegó hacia mí, acompañada de Hyungwon quien estaba hecho un manojo de llanto— no llores... —le pedí con tristeza al no ser capaz de abrazarlo.
Él se abalanzó sobre mí, quizá con menos cuidado del necesario arrancandome un quejido de dolor que hizo que su abrazo durara poco.
— Lo siento, soy un torpe... —comentó entre el llanto— si yo... Y-yo...
Le sonreí levemente aún cuando no tenía los ánimos ni las fuerzas para hacerlo.
— Tranquilo... —susurré tocando su mejilla con mi mano izquierda que tenía conectada una intravenosa— estoy bien. Mírame, estoy vivo. —él asintió sin poder dejar de llorar y volvió a abrazarme, aunque esta vez con mucha delicadeza— tranquilo pequeño, todo está bien ahora.
Él asintió contra mi pecho y sentía claramente sus lágrimas mojar la bata que hasta ese momento supe que tenía puesta.
— ¿Estas muy mal? ¿Vas a mejorarte pronto? —preguntó casi desesperado buscando una respuesta en mis ojos— ¿estarás bien?
Su bonito cabello despeinado y sus ojitos hinchados mirándome con desesperación me hicieron sentir una mezcla de varias cosas que no quería admitir. Dolor, dulzura, fortuna, tranquilidad, tristeza y...
— Estaré bien. —susurré intentando afirmar mi voz lo más que pude, entonces con mi mano libre le acaricié la espalda con mucha lentitud gracias al dolor— esto es solo un yeso. —señalé lo que tenía puesto en el brazo derecho— me lo quitaran después de un par de días y luego podremos salir a divertirnos... ¿Qué te parece?
El delgado pintó una leve sonrisa en sus labios mientras se secaba las lágrimas.
— Pareces una pizarra andante. —se burló de mí y soltó una risita que fue reconfortante para mí.
Entonces acompañé su risa y asentí.
— Entonces dejaré que dibujes cosas bonitas allí... ¿Te gustaría? —él asintió efusivamente borrando poco a poco todo rastro de tristeza de su bonito rostro— entonces debes pensar en qué dibujos te gustaría hacer...
En ese momento nos sumimos en una charla absurda y bonita que no tenía trasfondo más que sentir que el otro estaba bien. Pero a lo lejos, o no tan lejos, éramos observados por nuestros padres.
Mi madre quien a pesar de estar muy preocupada por mi, me dio el tiempo de estar con él y el padre de Hyungwon quien pensaba firmemente que los problemas que yo atravesaba eran a causa del delgado.
Mientras hablábamos de cosas vanales, nos dejamos llevar en el tiempo, totalmente inocentes de que todas las tonterías que planeabamos en nuestras animadas charlas, podrían llegar a su
fin incluso antes de empezar.