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Angel Island. Un paraíso terrenal, lleno de plantas exóticas, adorables flickies y múltiples zonas de exploración.

Eso era lo que más deseaba hacer el joven Ray: explorar.

Había que pasar por bastantes lugares con anterioridad y de manera premeditada, pero eso no evitaría que la adorable ardilla voladora cruzara todas las áreas con tal de llegar a ese lugar especial.

«Solo debo de seguir el camino que me indica el mapa», pensó mientras revoloteaba con sus pseudo-alas a la par en que contemplaba demás zonas de la isla.

Aquellos animales con los cuales se había encontrado eran tan pacíficos, tan mansos y tan agradables, que le daba el toque perfecto de camaradería al ambiente en general.

«Sería lindo… estar aquí con alguien más…»

Sí, el pequeño Ray estaba solo, deseando tener, al menos, a algún otro individuo junto a él. Quizás los ocasionales animales que veía le hacían de compañía, pero era una lástima que estos no sean capaces de comunicarse, de entablar una conversación, de expresar sentimientos complejos…

«¿Cuándo fue la última vez que hablé con alguien?», meditó mientras paseaba observando una cascada de cristalinas aguas, reflectantes del sol diurno.

Colocó el dedo índice de su mano derecha en su mentón y se delimitó a recordar mientras caminaba.

La imagen de un armadillo amigable, gentil y algo temperamental guiñándole el ojo cruzó su mente de manera fugaz.

«Mighty»

Era él, él era con quien había entablado su última conversación, ya hace tanto tiempo que lo había olvidado.

Ray no conocía mucho a Sonic, pero lo había espiado de lejos un par de veces a él y a sus amigos. Nunca tuvo la valentía como para acercarse a hablarles, pues aún no se sentía con suficiente confianza como para hacerlo.

El único en el cual confiaba… era Mighty.

Y, al reflexionar sobre el veloz erizo azul, se dio cuenta de que él y Mighty compartían una similitud: ambos eran espíritus libres.

Nunca se sabe en dónde ni con quién están, qué harán, cómo reaccionarán a las palabras que uno dice, o siquiera si volverán después de dar algún paseo.

Aquellos dos individuos… eran un enigma sin resolverse, un completo misterio.

Siguió con su paseo, ya habiendo recorrido tres cuartas partes de la travesía que el mapa le indicaba. El punto de referencia más cercano era la Master Emerald, una gema la cual posee todo el poder del universo, una verdadera reliquia.

«De seguro ese equidna rojo… Eh… ¡Knuckles! Sí, Knuckles debe de estar cerca», supuso mientras se aproximaba cada vez más a la zona sagrada y de adoración para la ya casi extinta especie de los equidnas, quienes glorificaban a la esmeralda como si de un dios se tratase.

Quizás… a algún otro dios que viviese dentro de la esmeralda.

«Nah, qué locura», pensó Ray, ahuyentado ese poco creíble pensamiento de su cabeza. «Sé que él no me conoce mucho que se diga, pero… quizás no estaría mal saludar a Knuckles cuando pase por allá.»

No le pareció una mala idea. Decidió hacerlo, decidió enfrentar a su timidez de una vez por todas.

Después de todo… ¿Quién sabe cuándo podrá volver a ver a su mejor amigo Mighty, o si es que realmente lo volverá a ver?

❝Yo te protegeré❞ 「Mighty X Ray」 ↝ Two-Shots❢ ↜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora