Capítulo 1

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"Me gustas, David"

Eran las últimas palabras que David recordaba por parte de Helena. Habían pasado cinco años desde aquel día en el que se vieron por primera vez en la iglesia del pueblo, desde entonces se habían vuelto inseparables. Él la quería mucho, pero no podía aceptar sus sentimientos.

¿Por qué se fijó en mí? Soy una persona común y corriente, estoy seguro de que cualquier chico soñaría con salir con ella, pero ¿qué vio en mí?

Muchos interrogantes rondaban su cabeza y lo que más le preocupaba era cómo reaccionaría Helena a la confesión que estaba a punto de hacer.

Faltaban diez minutos para que sonara la campana que anunciaba el fin de la última clase.

Helena debe estar afuera esperándome...

David terminó de empacar sus cuadernos. Habían quedado de encontrarse junto al carro de los helados, estaba muy nervioso y distraído; tanto que tropezó con uno de sus compañeros en los casilleros haciendo que tirara sus cuadernos al piso, terminó llevando en su mochila más libros de los que necesitaba en lugar de dejarlos guardados y caminaba tan despacio que se podía pensar que no quería llegar al sitio de encuentro.

Al cruzar la puerta se encontró con un día oscuro, un color gris teñía el cielo a tiempo que unas cuantas nubes lo decoraban como pinceladas blancas. David buscó el carro de helados con la mirada y al encontrarlo no vio a Helena por ningún lado. Miró el reloj y nuevamente levantó sus ojos buscando a su amiga sin resultado.

—¡Con qué aquí estás! ¿Ibas a plantarme o qué? —preguntó Helena mientras agachaba su cabeza para que él no pudiera ver sus mejillas rojas—.¿Te asusté? —Una tímida sonrisa decoraba su rostro. Se podía notar un revuelto de emociones a través de su dentadura blanca: nervios, felicidad, ansiedad, inquietud...

—Lo siento, fui al baño antes de salir y me dirigía al carro de helados —murmuró David, estaba realmente asustado, aunque no por el saludo repentino de Helena.

—Me cansé de esperarte allá —dijo en un suspiro—. Toma —extendió su brazo hacia el chico—. Te traje uno de ron con pasas, sé que no es tu favorito pero ya se habían acabado los de leche con bocadillo ¡Eso te pasa por ser tan lento! —agregó, parecía tímida, lo que era bastante raro en ella pues de cierto modo a ella no le daba pena nada. Aun así, se veía adorable, como las chicas que David veía en sus animes favoritos—. ¿Vamos al parque? —preguntó sin borrar aquella sonrisa tímida y coqueta de su rostro.

David desvió su mirada hacia el piso y tomó un profundo respiro.

—Helena, yo...—La preocupación se reflejaba en sus ojos, las palabras no salían de sus labios, cuando David se pone muy nervioso o de mal genio le dan ganas de llorar—. Yo... tengo que... es decir...

—¿Qué ocurre David? —preguntó acercándose más al chico—. ¿No te gusto? —Su expresión había cambiado, su rostro estaba cargado de angustia, no sabía si había algo que agobiase a su mejor amigo—. ¿Estás bien? Te noto algo raro—inquirió delicadamente.

—Es que no quiero que nuestra amistad se arruine —murmuró él haciendo un esfuerzo por evitar que las lágrimas comenzaran a caer, era una persona muy sensible y realmente tenía miedo de perder a Helena—. Eres mi mejor amiga y eres una chica genial, pero...

—¿Te gusta alguien más? ¿Por qué no me lo habías dicho? —preguntó Helena, no parecía triste ni enojada, sólo saco un pañuelo y comenzó a secar sus lágrimas—. Somos mejores amigos, amigos de infancia y eso nunca cambiará ¿no puedes confiar en mí?

—Es que —su voz temblaba—. Lo que pasa es que me gustan los hombres —contestó David en voz baja—. No puedo aceptar tus sentimientos porque no podría lastimar a la mujer más dulce que conozco —dijo sin poder controlar su llanto.

Jarro de Corazones (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora