Reflejo

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Esa sensación de ahogo, desesperación, una maldita escena tan descabellada que me hacía ver fuego mientras más oxígeno le faltaba a mi cuerpo. No había lógica alguna para lo que estaba sucediendo ¿Qué sería de mi? Era lo único que podía preguntarme mientras todos los pensamientos en mi mente se nublaban y mi ser se rendía ante aquellas manos tan familiares...

Era una noche como cualquier otra, de camino a casa pasaba como de costumbre por el parque del pequeño pueblo donde vivía en aquel entonces. La luna hacía presencia alumbrando mis pasos, pero allí percaté la primera rareza; aquella luna estaba un poco más grande de lo usual, su color me atraía de una manera hipnótica, se podían apreciar bastos detalles en su superficie a simple vista, lo cual no pasaría normalmente. Un color amarillo pálido pintaba las sombras de los árboles, focos, bancas y todo aquello que rodeaba mi camino, el asfalto se hacía interminable mientras caminaba por tal paisaje descrito. De pronto una inexplicable y angustiosa sensación de sed se hizo presente dentro de mi, la necesidad de calmar aquel incontrolable deseo se hacía más y más grande haciendo latir mi pecho al son de mis pasos en busca de una fuente que aliviara mi calvario.
Mirando a todos lados pude notar un bebedero que se encontraba a un costado del sendero; refresqué mi rostro y calmé mi sed con aquel frío chorro que salía de la llave, el agua caía por la fuente y se acumulaba antes de ser filtrada volviéndose un pequeño espejo por el cual vi pasar una sombra a mis espaldas, era borrosa pero al mismo tiempo lo suficientemente clara para temerle. Me aparté del bebedero y apreté mi bolso debajo de mi brazo pensando en que se trataría de algún ladrón, pero lamentablemente era algo mucho más perturbador.
Seguí mi recorrido apurando el paso, en mi mente estaba claro que faltaba poco para terminar de atravesar el parque y llegar a la avenida principal, pero se me hacía extraño el no haber visto a ninguna otra persona desde que había empezado a caminar. De repente una melodía empezó a sacudir mis oídos, era el sonido de un delicado violín, podía percibir cada una de las notas que se estaban tocando, eran suaves y tranquilas, estas pintaban el ambiente de forma poética haciendo detener mi cuerpo para apreciar por un momento el paisaje que se encontraba en frente mí. La enorme luna y su reflejo hipnótico, más la melodía de aquel instrumento me hicieron entrar en un estado de relajación que no podía explicar, mis latidos se hacían cada vez más lentos, mi respiración se pausaba por algunos segundos y sentía como mi cuerpo se sincronizaba con la extraña música. Por un instante, no fue mucho, quedé estático en medio del lugar sin importarme nada en absoluto, con mi cabeza en lo aires y sintiendo como mi cuerpo se derretía lentamente y era acariciando por el roce de algo desconocido que subía por mi torso dándole vueltas por completo y llegando a mi cuello el cual apretó de forma brusca devolviéndome a mis cinco sentidos con una horrible sensación de ahogo. Abrí mis ojos de forma automática y vi mi cuello siendo estrangulado por dos manos blancas y delgadas que no me dejaban mover, oprimían mi garganta con una fuerza descomunal haciéndome derramar lágrimas de desesperación mientras mi cuerpo se dormía por la falta de oxígeno, sentía como mi cabeza se prendía en fuego por dentro. Estaba siendo asesinado sin razón alguna por un desconocido, no podía hacer nada, ya no podía sentir mis brazos y la fuerza que me quedaba en las piernas me eran insuficientes para oponer resistencia, mis ojos palpitaban y no podían ver claramente, pero entre tanta desesperación quise ver la sombra de aquella persona que me estaba matando, pero, ¡Pero!
No había otra sombra además de la mía reflejada en el pasto. ¡No era posible!, podía ver las manos, podía sentirlas, el dolor, el miedo, el sentimiento de la muerte acercándose era real, que explicación podía darle a lo que me estaba sucediendo, sentía que iba a morir, mi corazón latía sin parar y ese maldito violín no dejaba de sonar. Mis lágrimas empezaron a bajar por mi rostro enseñando cómo me había dado por vencido y como mi cuerpo había dejado de oponerse a la muerte.
Sonó de repente el choque de las gotas llegando a las manos que apretaban mi cuello recorriendo sus dedos mientras creaban un espejo húmedo por donde pude verlo claramente; era el rostro de mi asesino, podía observarlo en el reflejo de las gotas, ¡Era mi rostro!, estaba sonriendo y haciendo una maldita fuerza tan descomunal que podía verse en el seño de mis cejas, ¡Sus cejas!
¿Qué estaba pasando? ¡Por Dios! ¿Qué mierda estaba sucediendo? El dolor era real, todo era real, podía sentir, no, ya no podía sentir casi nada, mi vista se nublaba repentinamente y no había explicación lógica, no había otra sombra además de la mía, pero existía un reflejo y en el estaba mi maldito rostro. Era una incoherente estupidez la que estaba por matarme, iba a morir, mientras un violín era tocado de forma lenta como si estuviese por cerrarse el segundo acto de alguna ópera de mal gusto, iba morir por unas manos sin cuerpo. Estaba a punto de morir por mi mismo...

¡Abrí mis ojos! ¿Dónde estaba? ¿Ese sonido de donde provenía? Tenía mis manos juntas y levantadas mientras ejercía fuerza en ellas. La melodía, esa melodía no se detenía, ese violín, ese maldito violín. Vi mi sombra en el pasto, alcé mi rostro y miré la extraña luna que alumbraba el lugar. Empecé a caminar lentamente y cabizbajo ¿Qué había sucedido? Podía ver las luces de los autos, había atravesado por fin el parque, ya no podía escuchar aquel instrumento. Observé a las personas a mi alrededor y ellas me devolvieron la mirada normalmente ¿Qué demonios había sucedido allí dentro? Fuese lo que fuese pasó solamente en mi mente. Acaricié mi rostro de forma brusca intentando estirarlo y reponer la compostura, pero sentí algo húmedo, ¿Era agua del bebedero? O acaso...

¿Realmente solo pasó en mi mente? ¿Qué sucedió en ese maldito parque?

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