Cuando era niño me encantaban los juegos de feria. Esa sensación de adrenalina y subir y bajar en algún juego era lo mejor del mundo.
Mis padres eran una de las 4 familia más adineradas del pueblo y por ello no fue de extrañarse que ante mi gran deseo de ir a la feria todos los días me terminaran comprando una para mi.
Cuando tenía dieciséis ambos murieron en un accidente aéreo y todo el dinero que pensé que había sido destinado para mi se perdió después de que no dejaran un testamento. Entonces intuí que era necesario utilizar aquel viejo regalo que mis padres me habían dado, ya que eso y la casa era lo único que estaba a mi nombre.
Ideé cientos de nombres para la feria hasta que finalmente decidí llamarla "Juegos y Máquinas" porque eran dos cosas que poseía en su interior el parque. Todo fue bien en un principio y las ganancias se elevaron hasta un 50% más, pero como todo, el parque comenzó a pasar de moda.
Las luces se apagaron, las flores se marchitaron y los árboles se murieron. Por desgracia, los trabajadores debieron irse y yo me quedé solo viviendo en un viejo remolque junto a la que por mucho tiempo fue la mayor atracción; la vuelta al mundo.
Una tarde tocaron a mi puerta, al abrir vi a una mujer con cuatro brazos, un hombre albino y ojos rojos, una niña de cabello púrpura, una mujer llena de escamas y un anciano encorvado.
El anciano me dijo que venían de un viejo circo que había quebrado, ellos eran la atracción principal y que necesitaban un lugar en donde pasar la noche. Después de mucho rato de insistencia finalmente accedí de la mejor manera.
Una semana después ya no podía dejar que se fueran, pues los veía como una nueva familia y me había encariñado con todos.
Hablando con Anne Marie, la mujer con cuatro brazos, llegué a la conclusión de qué tal vez ellos podrían salvar la feria. Todos sonrieron y supe entonces que era el reinicio del gran parque Juegos y Máquinas.
Fue todo un éxito, todos quedaban maravillados con Ann Marie, quien tomaba cosas con sus cuatro brazos y la conocían como la mujer araña; con Joseph, a quien apodaban el conejo blanco por su piel blanca y el cabello dorado además de sus ojos rojos; con Giselle, la única persona en el mundo con el cabello morado natural; y sobre todo con Morgan, la sirena y Antonio, el hombre con las dos caras, pues lo que parecía ser una joroba realmente era un rostro extra en su espalda.
Todo marchaba bien y hasta cierto punto el parque regresó a ser lo que siempre debió ser. Los artistas, como se hacían decir, eran alabados por la gente y un día llegaron con un propuesta de hacer un campamento para niños especiales en el parque, personas con discapacidades como ellos. Accedí entonces.
Cincuenta niños llegaron y todo el día fue increíble, aunque el campamento solo duraría un fin de semana.
La primera noche un aullido de dolor me despertó a la mitad de la noche. Se escuchaba como si a alguien le hubiesen mutilado alguna extremidad, era un grito que helaba hasta los huesos.
A la mañana siguiente todo transcurrió con normalidad, sin embargo, cerca del lago fue hallado un pedazo de ropa de uno de los niños. Ann Marie dijo que sus padres habían ido por el y habían forcejeado un poco por lo que rasgaron la ropa del pequeño. Yo sonreí y lo pasé desapercibido.
Al caer la noche un nuevo grito se escuchó y salí de mi remolque a toda máquina. Mis huesos se helaron una vez más y en mis ojos sentí las lágrimas a punto de caer; los "artistas" habían asesinado y colgado a todos los niños en la vuelta al mundo.
Una voz garrasposa a mi lado izquierdo dijo "¿no es hermoso?". Voltee un poco asustado y la sorpresa fue mayor al ver el rostro en la espalda de Antonio hablándome. No lo dudé y comencé a correr sin percatarme que de entre los árboles otros seres similares a los "artistas" salían persiguiéndome.
Las puertas se cerraron y una vez más todas las luces se apagaron. Lo sabía y lo sentía, mi momento había llegado. Cerré los ojos con fuerza y de nuevo escuché la puerta de mi remolque, abrí los ojos y confundido fui a abrir, tal vez fue un sueño premonitorio o una extraña visión ya que frente a mi estaban ese grupo de fenómenos.
-Foto: Stefan Koidl.
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Historias de un mundo ajeno
FantastiqueCada día se viven y se cuentan miles de historias, viejas, nuevas. Algunas son verdaderas y otras son falsas, pero las mejores son las que salen de una mente perturbada.