Victoria. ◜(g) i-dle, Shuhua x Soojin.◞

09; Camino.

Aprende a ver el aire, no todo es viento. Y aquí piel son esas huellas que hay en mí, el temor cayó y el otoño desnuda mi voz.

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Shuhua toda su vida había odiado cualquier actividad física, a menos que se tratase de un juego cuando era niña. Pero después detestaba hacer cualquier esfuerzo, por eso le disgustaban los domingo en los que se dedicaba a ordenar con su padre. Quizá en otra vida había sido un oso perezoso.

Sin embargo el tener que cargar con cajas pesadas y ayudar con el orden de un departamento ajeno la estaba haciendo feliz, inmensa e inexplicablemente feliz.

Dejó la caja con la que cargaba en el suelo, soltando un jadeo de dolor, pues su peso era mayor al de las cajas anteriores y su cuerpo lo estaba padeciendo. Intentó buscar alguna etiqueta o algo escrito en alguna parte que le indicara su contenido, así sabría donde dejarla. Pero no tuvo éxito.

"¿Qué traes aquí?", preguntó a Soojin cuando la vio entrar. La mayor traía consigo una caja un poco más pequeña.

Miro la que estaba en el suelo, sólo le bastó un momento para dar una respuesta. "Libros".

Shuhua la miró de tal forma que la mayor no supo si era con asombro o indignación. "¿Libros?", preguntó incrédula. Soojin asintió, ganándose una mueca por parte de la contraria. "¡¿Cómo puede pesar tanto?!"

Soojin rió risueña, le dio la caja que traía consigo. En esta solo se leía una etiqueta que decía 'frágil'. "Yo me encargo de ella, tú lleva esa a la cocina", indicó mientras se inclinaba para tomar la caja más grande.

Shuhua obedeció a la mayor y se dirigió a la cocina, algo nerviosa ya que ahí estaban las amigas de la pelinegra más alta.

Ni bien entró vio a Miyeon guardando los vasos en una de las repisas de la alacena, mientras Soyeon le hablaba muy concentrada de algo que Shuhua trató de no escuchar, ya que le parecía de mala educación oír conversaciones ajenas. La menor de las tres aclaró su garganta, llamando la atención de ambas chicas.

Ni bien oyeron a la recién llegada, las dos chicas dejaron de hacer sus cosas; Miyeon acomodó el último vaso y Soyeon guardó silencio, ambas ahora miraban a la pelinegra.

"¿Eso es para aquí?", Shuhua asintió. La castaña se acercó a ella para agarrar la caja y llevarla hasta la mesa.

"¿Quieres beber algo?", preguntó ahora Soyeon. Shuhua se limitó a negar con su cabeza.