01| Primero de Septiembre

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Las mañanas en la casa de los Malfoy regularmente eran de lo más tranquilas y rutinarias. Aquel día no formaría parte de ellas.

La rubia mayor de la familia se despertó debido a los gritos que provenían de su madre, quien probablemente se encontraba en la escalera porque de otra forma el griterío no llegaría a los oídos de Adhara.

—¡Alguien que la calle!—gritó apenas despertó con la cara pegada a la almohada y la baba corriéndole aún por la mejilla.

Miró el aparato muggle que marcaba la hora el cual estaba en su mesita de noche y abrió lo ojos más de lo normal al notar la hora que marcaba. Eran las diez de la mañana y tenía que estar en la estación King's Cross antes de las once.

Salió disparada de su habitación luego de haberse vestido lo más rápido que pudo. Una blusa blanca cualquiera, unos pantalones de vestir negros y unas zapatillas blancas. No era su mejor elección pero fue lo que pudo encontrar a mano ya que tenía el tiempo contado. Al abrir la puerta se encontró con su hermano quien acababa de salir de su habitación mucho más despeinado que ella, de eso estaba segura, y con la cara hecha un desastre.

—Esto es insólito, inaudito. Si se pierden el tren su padre se enterará de esto.

Adhara no pudo contener la carcajada que salió de su boca, su madre pasaba mucho tiempo con su padre.

—Buenos días hermosa y amada madre. ¿A qué debo el placer de encontrarme con una mujer tan maravillosa a estas horas de la mañana?

Adhara rodó los ojos mientras que su madre miraba reprobatoria mente a Scorpius quien, sorprendentemente, casi llegaba a la estatura de su madre. ¡Y eso que solo tenía 13 años!

—Vuelves a burlarte de mí Scorpius Malfoy y no  volverás a ver la luz del día. Jamás.

Adhara soltó una carcajada mientras los elfos de la casa le servían el desayuno. Era extraño ver a su madre enojada o estresada. Casi tan extraño como ver a su padre fuera del trabajo.

Scorpius se reía en silencio y de un momento a otro le dio un sonoro beso en la mejilla a Astoria quien no pudo evitar dejar salir una sonrisa. Tendría que ser un poco más dura con sus hijos.

—¿Qué estamos mirando amor?—la sorprendió Draco por la espalda y pasó sus brazos por su cintura, manteniéndola así de pie.

—Los maravillosos hijos que estamos malcriando.

—Que lindo ¿no?—le besó la mejilla mientras ella soltaba una carcajada.

—Si, si. Muy bonito.

(...)

—Llevas todo Adhara Meissa. Este año no recibiré tus cartas pidiéndome tus pijamas y más ropa interior.

Adhara Malfoy GreengrassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora