En casa.

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Steve Grant Rogers, ¿Capitán Hydra?

Había contraído matrimonio con el hombre de su vida, aquel pequeño de ojos avellana, cabello de color chocolate, sarcástico a más no poder y sobre todo, era Iron man.
El genio, multimillonario, playboy, filántropo. Anthony Edward Stark, su esposo, tras poco tiempo de llevar una relación muy estable, había aceptado casarse con él, aún se pregunta, ¿Cómo es que su rollito de canela había aceptado casarse con un asesino? No lo sabía, y sinceramente, no le importaba, así era feliz, con el castaño a su lado, no había dejado de lado sus labores de Hydra, sin embargo, si dejo de lado los asesinatos, mandaba a hombres para que se encargarán de ellos. Y Hydra solo sabía una cosa, si nadie quería problemas con el jefe, nadie se metía con su marido. Era muy respetado, y aunque sabía le criticaban cuando él no estaba o ellos se iban, igual no le da importancia a esos comentarios. Tony era la mejor persona para él, y nadie iba a decir lo contrario.

Estaba cazando en el terreno donde estaba la cabaña, más bien, solo disparaba a los árboles, después de todo era humano y amaba a los animales, no les dispararía, no pudo después de el primer intento de darle a una liebre.
Traía consigo sus armas de siempre, cada rato se detenía y miraba su anillo besándolo y sonriendo un poco. Lo que le inquietaba y había echo que saliera de la cabaña era esa molestia que tenía en su cabeza, más que un dolor solo era un piquete que sentía cada 2-3 minutos, aquel toquesito en su cabeza volvía sus ojos rojos brillantes, aumentaba sus ganas de sangre que ha contenido desde que estaba con él.

La pequeña liebre a la que intento cazar se encontraba a un lado de él, no entendía como es que después de intentar matarle el pequeño animalito se le acercará. Bajo su arma, acarició el pelaje blanco con pequeñas motas marrones de la liebre.
Sus instintos le pedían sangre, más se negaba a ellos, no podía irse manchar su ropa de sangre y volver como si nada, con esa maldita aura que sabía que le rodeaba después de un crimen cometido.

Suspiró metiendo las armas a su maleta, su escudo lo puso en su espalda y colgó la maleta a su hombro, con la pequeña liebre en sus manos camino de regreso a la cabaña, entrando silenciosamente.
Dejo la maleta y su escudo en el armario de la entrada, bajo al animalito al piso y le dejo recorrer la estancia, mientras se dirigía a la cocina a sacar una caja de donas y preparo café, esa pequeña adicción se la pego su amado, podía sobrevivir a base de esos simples alimentos. Al fin tenía la vida cotidiana que quería, pero la presión de su cabeza le decía que saliera y he hiciera otra de las suyas, sangre. Siseo por la punzada que se dio más fuerte esta vez, la ignoró y siguió con lo suyo, ya con café en mano, busco a la liebre, la cual estaba en el sillón, se sentó a su lado y dejó las donas y el café en la mesita.

– Bien amigo, necesitas un nombre. – cargó a el animalito y se quedó pensando. – Oh bien, eres hembra... Te llamaras Chocolate – ríe por el estupido nombre al igual que la liebre que soltó un sonido al que tomo como un 'si'.

Sin duda, su esposo le estaba convirtiendo en otro, no le molestaba, pero le había dicho al castaño que no dejaría a Hydra del todo, pero cuidaría de él, su más preciado tesoro no podía, no debía de salir lastimado en ninguno de los ataques contra SHIELD, bueno lo que queda de la agencia de espías.

Ahora lo único que le hacía falta era un par de cachorros, su mimado esposo estaba en espera, y no cabía en felicidad, podría ser un monstruo, eso no lo detenía, siempre había deseado tener una familia, pensó que esos planes estaban arruinados cuando fue parte de Hydra, más no fue así, consiguió la familia que deseaba, ahora tenía una liebre que sorpresivamente se acomodó en su regazo. Pensaba en adoptar más animalitos, un perro, para que sea el guardián de los pequeños, un gatito, solo por el placer de ver aquel felino recordándole a su marido, de verdad para él, era un gatito siendo humano.

Con una sonrisa plantada en su rostro, se fue a la habitación que compartía con Iron man, encontró con el castaño a plena vista, este se miraba frente al espejo, estaba de lado y acariciaba su abultado vientre, tenía solo 6 meses, pero al ser gemelos parecía  que iba a reventar, ese comentario lo guardaría para él, si lo decía, seguro acaba muerto o duerme en el sofá y es lo que menos quiere.

Se acercó con cautela y se posicionó detrás de él, besando su mejilla y acariciando su vientre, donde revisión por el momento sus cachorros. Era vida, al fin.

El más malos de todos, siempre desea tener una familia. Es vida, solo eso.

Avengers Assemble ~One-Shots~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora