Capítulo catorce

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El día avanzó a una velocidad alucinante, entre tantos trabajos y lecciones las clases terminaron, haciendo cada vez más cercano el momento de mi salida con Eris, y haciendo que el humor de Clío empeorará. Con solo ver la postura que tomaba al sentarse era evidente su incomodidad y molestia, y conforme terminaban las clases menos hablaba, al menos conmigo. Para el momento en que la campaña anunció la hora de irnos toma sus cosas en silencio y apenas me dirige la mirada. Una molestia en el estómago me ataca cuando sale del salón sin mí, ignorando mi llamado.

Salgo corriendo detrás de ella y la persigo hasta la esquina donde los autobuses se detienen de vez en cuando, la freno tomándola de la mano y me mira con el ceño fruncido.

- ¿Está todo en orden? – me golpeo mentalmente por mi pregunta.

- Por supuesto que sí, ¿no es obvio? – un frío sarcasmo adorna sus palabras y su media sonrisa.

- Oye, no sé qué ocurre. ¿Hice algo para que te molestaras? ¿Sucedió algo con... con ellos?

- Lo único que sucede es que ese imbécil de Eris me da mala espina y me enoja muchísimo que incluso tu madre haya permitido que salieras con él. ¡Pareciera que soy la única que se preocupa por ti!

Gruñe y da media vuelta para seguir caminando conmigo detrás suyo.

- ¿No crees que tal vez estás exagerando? Digo, sé cómo es la situación pero... - hago una pausa para tomar aire - ...pero no todo el mundo puede ser una amenaza para mí.

- Eso lo dices porqué apenas y tienes idea de la vida, Artemis. No quieras subestimar el conocimiento que he adquirido al paso de los años. Sí digo que es una mala idea es porque claramente lo es.

- ¿Y por qué lo es? – insisto – Y no quieras escudarte en las mismas excusas. Estoy segura de que hay otra cosa por ahí que te pone tan sensible respecto al tema.

- ¿Sensible? – se detiene y me mira – No me pone sensible, me enoja. Me hace enfurecer el solo pensar que piensas exponerte a un peligro innecesario yendo a una cita con un chico que apenas y conoces.

- Pues no pensabas eso cuando apenas nos conocimos. ¿No podría haber sido un peligro innecesario el ir y venir con una chica que apenas y conocía?

- Retiralo, Artemis.

- No lo haré.

- Como quieras. – se dio la vuelta de nuevo y emprendió el camino – Te quiero ver en casa a las ocho en punto, Artemis, o me la pagarás. – dicho eso pasó por detrás de uno de los árboles y desapareció, dejándome sola y bastante molesta.

*

Bajo las escaleras lista para esperar a Eris. Después de pasarme un buen rato mirando el techo y de haber comido decidí que mi discusión con Clío no me detendrá de tener una tarde agradable. Aunque en el fondo me siento intranquila pues sigo sin saber qué más es lo que la pone tan molesta al respecto.

- Artemis, – al final de la escalera mi padre espera con una caja de cartón entre sus brazos – date prisa. Dudo que quieras perderte esto.

Con una sonrisa de oreja a oreja se va corriendo a la sala de estar y lo sigo ansiosa por abrir la caja con él. Me arrodillo en la alfombra en cuanto llego y le ayudo a abrir la caja para quedarme anonadada con la lindura de esos tres bebecitos.

- Ay... son tan lindos. – los tres gatitos abren los ojos y en automático empiezan a maullar sin control – Hola, pequeños. – dos de ellos se acercan a recibir mimos de mi parte y el tercero se rueda en la manta que hay en el fondo y mira a mi padre con ojos suplicantes.

- ¿Cómo es posible que me hayan encantado al instante? – pregunta mi padre sonriente – Sobre todo este pequeñín.

- Tienen talento para encantar. Soy las criaturas más complejas que hay, en un momento pueden amarte y al otro odiarte, y pueden poseer un ego enorme pero al mismo tiempo almas muy nobles...

- No sé por qué pero eso me suena mucho a Clío. – se ríe y carga al gatito en sus brazos.

Saco a los gatos restantes de la caja y los observo dar pasitos mientras conocen el lugar, intentando no pensar mucho en lo que dijo mi padre, puesto que tiene razón. Clío es como un gato.

- ¿Y mi madre?

- Está con...

- Con Cherlyn. – digo usando el pseudónimo de Atenea.

- Sip, con ella. Lo siento, aún no sé si debo hablar en código solo fuera o también en casa.

- Supongo que habrá que hacerlo en cualquier lugar que no sea enteramente de ellos. Si la cosa es tan grave como nos la plantearon puede que incluso nos estén vigilando.

- Es probable. Y es extraño. – se ríe – Pero es interesante también, mi hija es incluso más asombrosa de lo que imaginaba y eso me llena de orgullo. Significa que hice las cosas bien.

- Por supuesto que lo hiciste, y sigues haciéndolo, papá. Por eso te devolveré el favor.

- ¿Por qué lo dices con ese tono?

- Porqué estoy decidida a protegerte contra todo, no importa qué deba hacer. – me acerco a él tomo sus manos una vez que el gato se marcha con sus hermanos para una pelea – Ambos sabemos que muchos de los peligros que se avecinan van mucho más allá de nuestra imaginación, y no podrás contra ellos tú solo.

- Eso no importa, no permitiré que arriesgues de más para salvarme.

- Sabes que lo haré. Te voy a cuidar justo como tú me has cuidado a mí. Haré lo que sea necesario para asegurarme de que en cuanto todo este conflicto se resuelva puedas pasar el resto de tus días con mi madre.

- ¿Y si algo se te sale de las manos?

- Con Clío ayudándome, ¿qué podría salir mal? Ella es una buena guerrera, es muy lista, y seguro que tiene varios trucos que servirán de mucho.

El timbre suena y se rompe nuestra burbuja. Llegó la hora de la función.

𝑇ℎ𝑒 𝑀𝑜𝑜𝑛'𝑠 𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora