Capítulo único

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(Créditos de portada, que además fue la imagen de inspiración para este one-shot, a @ろろも en Pixiv ^^)

Después de leer toda la descripción, sigue tu lectura uwu.

P.D. Recuerden que nada de lo que sea contado en el este one-shot es oficial (más que las tres lecciones de vida, claro está)

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La batalla contra los enemigos del Este terminó y no hubo bajas afortunadamente. Los guerreros de Calvaria volvían a su guarida felices y victoriosos. Pero había un guerrero, el más joven, que no estaba feliz en absoluto. Yuuma Kuga refunfuñaba molesto y con un ceño fruncido.

Él juraba que lo que su padre había hecho en el campo de batalla no tenía perdón. Pero desde la perspectiva de Yuugo, el padre del niño, su hijo era muy tierno cuando se enojaba, así que se le hacía difícil tomarlo en serio.

—No necesito tu ayuda para matar Bamsters —reprochó el pequeño con un cruce de brazos para demostrar su molestia.

Yuugo no hacía más que sonreír.

No puedo enojarme contigo, Yuuma. Cuando te enojas tu lindura sobrepasa mis expectativas

—Es lo que un padre hace. Si tengo la oportunidad de ayudarte, lo haré —contestó estoico. La sonrisa en su cara dejó de ser alegría en el momento que imaginó la remota posibilidad de perderlo para siempre por dejarlo a su suerte. Realmente quedaría devastado.

—No necesito niñera.

Y era verdad. El niño no la necesitaba. Pero un padre se preocupa por su hijo cuando es atacado por dos monstruos que podrían matarlo, y eso no significaba que lo sobreprotegía ¿verdad? Aún si lo fuera, Yuugo no dudaría ni un segundo en ir a salvarlo.

—En el campo de batalla, cualquier ayuda es necesaria —cortó la conversación apresuradamente. Le habría gustado hablar más pero ya habían llegado al refugio de sus aliados.

—Pero-

—Shh... Yuuma —susurró el mayor e hizo un ademán para silenciarlo. El pequeño iba a seguir protestando pero se fijó en la postura de su padre. Alguna anomalía captó en el lugar y Yuuma también se puso alerta esperando sus órdenes. Grave error, Yuugo era un bromista a cualquier hora del día.

—Oh, ya sé que es —sonrió y relajó su postura—. Llegamos justo a tiempo para el almuerzo. ¿No es genial?

Yuuma se quedó con la mirada en blanco. Vaya, el adulto que se hacía llamar su padre era un verdadero idiota y él seguía cayendo. ¿Por qué no recordó que le hizo la misma broma la semana pasada? Si hubiera verdadero peligro su padre no lo habría alertado, mas bien lo habría alentado a entrar para que tras las puertas Yuuma esté a salvo.

—Agh... que estúpido —masculló con odio y se golpeó la frente con la mano. Por como se reprochaba mentalmente, Yuugo entendió que el insulto no iba dirigido a su persona, pero de todas formas tomó una nota mental: dejar de ser mal hablado frente al mocoso.

Y así el momento padre e hijo quedó en el olvido cuando el líder de los guerreros, Raymond, se acercó a Yuugo y le pidió de nuevo que comiera en la mesa principal para que hable de sus logros en esta última batalla y sirva de ejemplo a los demás. Yuugo se sintió halagado por el trato de su amigo pero miró de soslayo a su hijo, quien con el ceño fruncido y brazos cruzados le decía telepáticamente que aceptara la invitación.

De todas formas nunca podemos comer juntos, concluyó Yuuma al recordar todas las veces que el mayor le había prometido que almorzarían juntos pero que no llegó a cumplir ni una sola vez. El ceño fruncido y brazos cruzados expresaban su molestia claramente justificada, por supuesto, pero a los pocos segundos su semblante también mostraba tristeza mezclada con resignación.

Tres lecciones de vida |World Trigger|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora