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Makoto se sienta en el suelo de mi habitación, se desviste la chaqueta y bufanda para estar cómodo. Me tumbo en la orilla de mi cama, aunque mi ropa me molesta, estoy tan exhausto como para cambiarme al pijama. Fue un día agitado desde las 7 de la mañana, cuando Nagisa, Rei y Gou vinieron a por nosotros.

Por ser el último día de ellos en Tokio antes de retornar a Iwatobi, planeamos muchas actividades. Museos, templos, librerías. Por la tarde se nos unieron Rin, Sosuke y Kisumi, fuimos al zoológico y a comer. Fue como regresar a nuestra época preuniversitaria.

En unas semanas nos reuniremos nuevamente, Nagisa y Rei participarán en el torneo nacional de institutos que se realizará en Tokio, unos días previos al Japan Swimming Grand Prix. Ahí nadaré los 100 y 200 metros estilo libre, los 100 metros serán reñidos porque competiré contra Rin e Ikuya. De Kisumi escuché que andan entrenando juntos.

¿Será verdad? No, basta de malpensar. Por supuesto que se toman en serio la selección.

—Haru —Makoto me observa, serio.

—¿Qué?

—Hace días que actúas extraño. Recuerda que mi capacidad de leerte disminuye cuando te pones así. ¿Qué ocurre? ¿Es por la selección? —habla lento, como para no asustarme.

Lo de Rin e Ikuya aún ronda en mi mente, situación que no involucra a Makoto, ni yo debería seguir cuestionando.

—Sí —miento.

—Tu preparación es óptima, yo revisé el menú de Azuma-san. Te lo aseguro —se traslada a mi cama, a mi costado, con movimientos pausados—. Lo podemos revisar si gustas.

—Mañana —le sonrío para que no se mortifique más.

—S-sí. Por favor, descansa... —responde, no convencido. Lo conozco demasiado.

—Escúchame: soy honesto contigo —me inclino hacia él—. No voy a sabotearme, ¡ganaré!

—Vale... —titubea.

Retrocedo, qué estúpido soy. Ahora lo alerté sin razón y se ahogará en malas ideas, creyendo que me rendiré o alguna otra fatalidad.

—Sabes, sí hay un asunto —cambio de tema para tranquilizarlo y aprovechar a resolver mis dudas restantes—. Es un caso hipotético; quiero tu opinión.

—¡Claro! —se alegra.

—Imaginemos que 2 personas se conocen, aparentemente son polos opuestos, lo único que tienen en común es el gusto por la... El béisbol —iba a decir natación—. Suelen coincidir en los entrenamientos y con el tiempo, les surge la necesidad de estar juntos... ¿Qué podría ser?

—Veamos... —analiza en silencio. Eso me gusta de Makoto: lo comprometido que es con las cosas—. Pasaron de compañeros a algo más, ¿no? —asiento—. Es obvio que hay interés mutuo. Depende de sus intenciones para qué procuren estar juntos, todo podría deberse al béisbol.

¿Significa que Rin e Ikuya se atraen por nadar? Me parece que Ikuya también sueña con nadar en el mundo, ¿por eso se frecuentan?

—Digamos que el interés evoluciona al nivel de que nadie ni nada los separa.

—Se llama enamoramiento —puntualiza él.

De nuevo me enfrento con esa conclusión, ¡pero Rin lleva un par de meses aquí!

—Por eso se besan, ¿eh? —niego con la cabeza, tampoco es evidencia absoluta—. Él vivió en el extranjero, ha de ser una manera de saludar.

—¿Besar?

Contemplo el paisaje afuera de mi ventana, es una noche tranquila. ¿Estarán juntos ahora como Makoto y yo? Bueno, profundizar en esos detalles es incorrecto, no es de mi incumbencia. Sí, me costó asimilarlo, mas la vida continúa y yo también tengo pendientes.

—¿Y les gusta besarse?

—No sé —resoplo, a mí me concierne la natación—: mientras sigamos nadando, bien.

Makoto se levanta de un salto y camina al otro extremo de mi habitación, del perchero coge su chaqueta y bufanda. ¿Tan pronto se irá? La desilusión me golpea en el pecho.

—Cuídate, Haru —se despide, sin emoción.

Me abalanzo para interponerme entre la puerta y él. Se aleja de mí, ocultando su rostro con la bufanda. Le arrebato la tela para que me encare, lo que descubro me hiela la sangre: la desilusión en sus ojos se desborda, una mueca desagradable moldea sus labios, perdió su aura cálida. Contadas veces lo he contemplado devastado.

—¡Déjame en paz! —explota, su grito me asusta—. ¿¡No te cansas de jugar conmigo!?

—¿M-makoto? —mis manos tiemblan.

—¡Te di tiempo para estar listo como me pediste! —me reprocha, doy un paso atrás para resguardarme—. Me negaste lo de ustedes y vienes, y me sueltas esto.

—¿De qué hablas?

—Obviamente de Rin y tú, cínico —me acusa.

La bilis me sube a la garganta, me ofende que considere que yo pueda engañarle. Mi amistad con Rin nunca ha implicado nada romántico, mientras más crecimos juntos, comencé a considerarlo como uno de mis hermanos.

—No voy a discutir porque tú sabes que estás equivocado —sentencio.

—¡Lo confesaste! —gruñe—. ¡La natación, los besos, el extranjero!

Repaso mis palabras para averiguar cómo llegó a esa idea. ¡Carajo! Quizás terminé mencionando algo que se prestara para malinterpretarse. No pretendía crear problemas, pero es mi culpa por mover la boca demás.

—Yo tampoco permitiré que te burles de mí —comienza a llorar.

Me desespero, ¿cómo le explico? No tengo derecho a revelar secretos ajenos, no obstante, es mi única salvación. O le digo a Makoto o lo pierdo hoy.

—¡Se trata de Rin e Ikuya!

Sentimientos paralelos | RinIku [Rin x Ikuya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora