II.

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El flash impactó contra mis ojos, trastabillé por un momento, sonreí como pude, veía puntos negros, empezaba a sentirme mal. Una mano en mi cintura me hizo alzar mi cabeza.
—¿Te sientes bien? Estás algo pálida.—murmuró.
—Te respondería que estoy bien, pero la verdad no, Tim, estoy mareada, no siento mis piernas.—confesé a modo de respuesta.
—No te me vayas a desmayar aquí, te lo ruego.—sonrió, e intenté hacer lo mismo, pero sólo salió una mueca.
Volví a trastabillar, sentí unas enormes ganas de vomitar, me aferré al brazo de Timmy y en cuanto menos lo esperé, mi cuerpo fue a impactar contra la alfombra roja.
Oí gritos, y lo último que vi, fue le rostro preocupado de Timothée Chalamet.
[...]
—¿Ella estará bien?—preguntó.
—Claro, incluso podrá salir hoy sí así lo desea, sólo les pido que coma debidamente y descanse, está muy agotada, perdería mucho si sigue así. Por cierto, encontramos una cantidad considerable de droga en su cuerpo.
Dijo antes de retirarse, abrí mis ojos y la luz cegadora me hizo volver a cerrarlos, parpadée un par de veces, sentí la presión en mi mano izquierda. Era Alycia, mi hermana menor, su frente descansaba en la cama en la que yo estaba acostada, miré a mi alrededor y vi a Tim. Me sonrió y fue hasta mí.
—¿Te drogaste, Meredith?—me preguntó. Su mirada ahora era seria, y profunda.
Lo miré, dubitativa en decirle la verdad o no, me mataría.
—Tim yo... Fue una vez, solo una vez, ellos lo estaban haciendo y me invitaron, sólo quería probar.—respondí, los nervios me carcomían y las manos me sudaban.
—Estás demente, ¿Acaso? Has bajado peso drásticamente, no descansas ni un maldito día, Meredith, te matarás.
—Lo lamento.—susurré.
—¿Te das cuenta qué podría pasar si ésto llega a boca de los reporteros? Todo se te vendrá abajo, todo lo grande e importante que tienes y haz creado se te vendrá abajo.
Desvío su mirada de mi, mirando a la enorme ventana de mi habitación, bufó incrédulo, sus ojos se humedecieron.
—Tim, no, por favor.
—No, no tienes derecho,—se levantó de su asiento—te veo luego.
Y se fue, se fue sin más, y me dejó ahí, con aquel nudo odioso en mi garganta.

DULCE MEREDITH.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora