Pensamientos

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No sé en que momento sucedió, ni tampoco recuerdo como ocurrió. 

Sólo tengo la certeza que cuando fui consciente, yo ya era un cadáver feroz. 

Ya no tenía el sentido del tacto, ya no podía llorar, tampoco sonreír o reír. 

Cuando vi a la abuela, a mi hermana y al pequeño Yuan, lo que más quería era abrazarlos, pero sabía que eso tampoco pasaría, mis extremidades eran rígidas y toscas, podría lastimarlos sin intención y lo que menos deseaba era que me tuvieran miedo. 

Aunque el pequeño Yuan no dudó en abrazarse a mi pierna apenas me reconoció. 

Pocos fueron los momentos que compartí con mi familia después de mi muerte y antes de que todo se viniera abajo. 

Nunca antes había odiado tanto el no poder llorar,  como el día que tuve que ver como mi hermana era reducida a cenizas frente a mi. 

O cuando me dijeron que habían atacado los Túmulos y que todos los Wen habían muerto, así como también se reían felices del final del Joven Maestro Wei. 

Después de eso, experimentaron conmigo y estudiaron los escritos del Joven Maestro Wen. 

Al no sentir dolor, nada de lo que me hacían me afectaba en lo más mínimo y tampoco lograron conseguir alguna respuesta favorable para ellos.  

Los años pasaron y lo único que pasaba por mi mente cuando estaba solo en aquel oscuro calabozo, era mi hermana, Yuan, mis tíos, abuela y el Joven Maestro Wei. 

Pensaba también en el cómo lo conocí y aún a pesar de mi personalidad siempre me alentaba a esforzarme para callar a todos. 

Era una gran persona y no merecía haber muerto como lo hizo, pero sabía que seguramente él estaba consciente de que algo así le esperaba al final del camino. 

No sé cuanto tiempo pasó, pero una noche escuché una flauta sonar y estaba seguro que no podía ser nadie más que el Joven Maestro Wei. 


Estaba en problemas y debía ayudarlo, y lo primero que tenía que hacer era salir de aquel lugar a toda costa, no me costó en lo absoluto. 

Al llegar donde se encontraba, aún a pesar de no tener el mismo rostro, pude identificarlo a él y a uno de los chicos con los que estaba. 

Aunque aparte ese pensamiento de mi mente. 

A-Yuan estaba muerto. 

El pequeño murió en aquel asedio... O al menos eso creía yo. 

Tiempo después, tanto el Joven Maestro Wei como yo descubriríamos que ese apuesto chico era aquel pequeño que se abrazaba a la pierna de toda persona que fuera de su agrado. 

Ahora era un cadáver feroz, pero uno que podía tener pensamientos y expresarlos. Aunque sin una expresión facial, pero ya era ganancia poder hablar y comunicarme con la familia que me quedaba.  


Pequeñas miradas al pasado y  presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora