FIVE

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Pasaron tres días en los que Martin no volvió a casa y Pedro ya estaba empezando a aceptar que aparte, también habían otras personas que son mejores que él. Sus emociones iban de mal en peor, se sentía la peor basura, alguien tan reemplazable. Hasta que Martin regresó.

Ese día Pedro estaba igual, estaba siguiendo la misma rutina de levantarse, comer y volver a acostarse en estos últimos días, hasta que sonó el timbre y obligatoriamente tuvo que ir a ver quién era, atenderlo rápido e irse de nuevo a acostar.

—¿Qué querés? —dijo Pedro cuando lo vio en el umbral de la puerta.

—Vengo a bañarme, a comer, a acompañarte.

—¿Y ahora me querés acompañar? Mirá, Martín, cuando yo te acogí pensé que seríamos uno entre los dos y siempre estaríamos para el otro, y sé lo estúpido que me veo reclamándote cuando no somos nada, pero ¿cómo no sentir de todo por vos cuando sos simplemente conmigo? Nos prometimos siempre estar juntos en las buenas y en las malas, aunque tuviéramos otros amores, pero vos te fuiste por varios días sin importar esa promesa. —dijo para después sacar el dedo anular de su mano derecha. —¿O lo olvidaste? —intentó agarrar la mano derecha de Martín pero este no se dejó y entonces lo supo.

Martín estaba haciendo una relación con Mauro y ya no le encontraba el sentido a andar el anillo de promesa que Pedro le dio cuando apenas se conocían. Pedro había guardado esos anillos para usarlos con la persona que él sintiera fuera la indicada, pero al parecer, se equivocó.

—Martín, no seas cobarde, enseñame tu mano.

—No lo estoy usando, ¿ok? Ya sácame de tu cabeza, te agradezco todo lo que hiciste por mí, pero te equivocaste al momento de pensar en que vos y yo llegaríamos a ser algo más que mejores amigos y hermanos. Sabías que esa promesa probablemente no se cumpliría y te aferraste tanto a eso que ahora te estás hiriendo solo. Sí, me encanta Mauro y siento que las cosas con él sí funcionarán, así que espero me olvidés. Gracias por todo, Pedro, adiós.

Y cuando Martin se fue cerrando la puerta por Pedro, a Pedro se le salió el corazón del cuerpo solo para romperse. Si ya estaba roto, ahora lo estaba más.

Ahora pensaba que el que estaba sin rumbo entre los dos, era él.

—Hijo, no confíes en las personas cuando apenas las conoces. Quiero ver tu linda sonrisa siempre.

—Y yo quiero ver la tuya, mamá. —entonces empezó a llorar sin consuelo.















sean los más sinceros posibles, no me importa si la respuesta es negativa o positiva. la historia está buena o es muy meh?

SIN TÍTULO         PEDRIMENTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora