Capitulo 25 "Levántate y anda"

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"Nuestro amigo Lázaro se ha dormido

Y voy a despertarlo.

Los discípulos le dijeron; ¨si él duerme, recuperara la salud¨

En realidad Jesús quería decirles que Lázaro estaba muerto,

Pero los discípulos entendieron

De que se trataba del sueño natural."

Juan, 11,11

El viento soplaba cálidamente mientras la criatura se movía en la espesura del bosque, ya había adquirido nuevamente control sobre su cuerpo cuando estaba a punto de llegar. No tenía idea de cómo lo sabía pero podía sentirlo, como la ninfa le mostraba el camino, creyó oírla susurrar, le hablaba el aire con el oscilar de las ramas, el movimiento de las hojas de los arboles con el viento.

Se lo decía con la tierra conforme avanzaba y sentía cerca llegar a su destino. Estaba el cielo despejado y unas cuantas estrellas comenzaban a asomar cuando el sol se empezaba a ocultar regalándonos sus últimos rayos del sol de un bello atardecer matizado entre rosa y naranja, era una forma única en la cual ella le decía que ya estaba a punto de llegar a ella y poderla encontrar.

Los animales del bosque se mostraban demasiado tranquilos, casi en un silencio un poco solemne respetando el luto de la persona que llego antes que ella. Un joven de aspecto familiar, con su traje sastre color beige, estaba en cuclillas frente a un árbol, con la cabeza agachada. Llevaba en sus manos un ramo de flores blancas y el depósito entre las velas sé que consumían, entre los panecillos de canela que la ninfa amaba, néctar de uvas y demás ofrendas que habían dejado a la ninfa en su lecho de muerte. Se inclinó sobre el árbol y el comenzó a hablar como si ella estuviese presente. Un poco más haya, estaba la cabaña del mago no cabía duda de que la criatura había llegado al lugar correcto y sin ser indiscreta, se escondió por un momento hasta que el joven se hubiese marchado. El joven dejo de balbucear y su voz se intensifico mostrando verdadero dolor en su ser. Cuando se acercó un poco más pudo ver que era el mismo chico que acompañaba a los magos la otra vez, demasiado listo y de los pocos que ha podido verla. Ella se movería con cautela y esperaba que no se demorara mucho.

Samuel, rezaba unas cuantas plegarias tal y como se lo hubiese enseñado su madre para que así las almas encontrasen el descanso eterno. Iceluz le comento que no acostumbraba ese tipo de cosas pero si era el caso, no era problema alguno si le concedía al chico tiempo para orarle y dejar unas cuantas flores en la tumba de Skylar. Estaba en todo su derecho, Supuso que Samuel se sentía del todo responsable tomándose la molestia de venir, bien vestido y con buenas intenciones

El mago se quedó sorprendido un poco al verlo aquí en un gran gesto humano; aun sin haberla conocido personalmente le pedía, casi le exigía poder ver la última morada de la ninfa. Iceluz se sentía tan culpable como él y podía comprenderlo. Pero no podía estar toda la vida lamentándose por las cosas nunca hechas o no dichas, ya que al final todo aquello te hace darte cuenta que las cosas pasan por algo y ese algo es para hacernos más fuertes.

El detective hacia un esfuerzo por no llorar al terminar sus oraciones que había aprendido de una madre católica muy devota. El mismo no podía considerársele tal fervoso , solo un creyente y más con los acontecimientos más recientes dado que todo es posible incluso Dios.

Miraba con nostalgia aquel árbol donde ella había descansado por última vez. Imaginaba como sería el hecho de hablar con ella, mirarla a los ojos, o escucharla reír.

-Skylar, hasta tu nombre suena curioso- se decía a sí mismo- Por lo que se eras una criaturita muy simpática... aun si no fueras un humano, no significa que no merezcas un funeral cristiano. De corazón te lo ofrezco y mis oraciones esta vez serán para ti.

Cenizas de un conjuro ( La Era de la magia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora