16

18 7 6
                                    

Para los estudiantes de último año en el instituto, cada día se hacía más presente que su año escolar estaría por finalizar, lo sabían más que bien porque el personal de diferentes universidades, habían comenzado a visitar el instituto, habían ido dar sus típicas charlas de porqué deberían de asistir a sus instituciones y que próximamente los vendrían a buscar para enseñarles las universidades. Vahi había sido la más interesada en todo esto, aunque ya se sabía cada detalle, había averiguado todo desde hace un par de años atrás, la verdad es que necesitaba ser becada para estudiar, ya que con su posición económica jamás podría hacerlo.

Hoy había sido un día bastante agotador para ella, ya que al estar a finales de semestre los profesores daban un listado de exámenes, trabajos grupales, exposiciones, maquetas, etcétera. Durante el día no logró verlo y tenía que hablar con él sobre el trabajo que tenían que hacer para ciencias, le había preguntado a Catriel por él, pero éste no sabía que pudo haber sido del pelinegro, así que cansada, le pidió a su mejor amiga si la podía ir a dejar a su casa y ella aceptó sin ningún problema.

Una vez en su casa, estuvo en su habitación toda la tarde estudiando, terminaba los trabajos rápidamente y comenzaba por otros, Vahi siempre era responsable con sus estudios, por eso siempre obtenía las mejores calificaciones, pero habían veces que no se daba ningún respiro y eso tarde o temprano la perjudicaría, porque mucho de algo tampoco es bueno. Al anochecer bajó a cenar con su tía, hablaron de diversos temas, luego la ayudó a recoger la mesa y le ayudó a lavar, secar y guardar los platos, cuando terminaron su tía se marchó a su habitación para dormir, mientras que Vahi se acomodó en uno de los sofás para leer un poco.

Se había quedado dormida en el sofá, se despertó luego que sintió como alguien golpeaba con torpeza la puerta, así que se levantó un poco asustada por la hora que era, al llegar a la puerta la abrió desconfiada y se relajó un poco al ver que era él.

—Vahi... —susurró y de inmediato se desplomó encima de ella.

Pasó el brazo de él por encima de su cuello y con cuidado lo entró hasta dejarlo en uno de los sofás de la sala de estar, cuando lo recostó se fijó que estaba sudando e inmediatamente le tocó la frente, estaba ardiendo en fiebre, así que le quitó la chaqueta que traía y fue por unos paños fríos para poder bajarle la fiebre o estabilizarlo un poco. Había pasado un rato desde que lo tenía en la sala de estar, Aleks abrió sus ojos y se fijó que ella lo miraba con preocupación, no recordaba donde estaba y porqué ella estaba allí.

—¿Dónde estoy? —dijo tratando de levantarse.

—Quédate allí, estás en mi casa, deberías de ir al hospital porque cuando llegaste ardías en fiebre.

—Me siento fatal —se volvió a recostar.

—Espérame aquí un momento —él sólo asintió.

Vahi se levantó de allí para ir a mojar un poco los paños, al regresar vio que éste había vuelto a sudar, estaba con sus ojos cerrados, pero con el ceño fruncido y sólo balbuceaba algunas cosas, por lo que pensó en que Aleks estaría delirando a causa de la fiebre, así que se acercó a él rápidamente y comenzó a pasar los paños por el rostro de éste.

—Vahi... —la llamó y ella lo miró.

—Estoy aquí Aleks ¿Qué necesitas?

—A ti... Si te tengo a ti... Nada me haría falta... —dijo con dificultad.

Vahi se detuvo y lo observó, no comprendía a que se refería, claro que se hacía algún tipo de idea, pero la descartaba de inmediato.

—Vahi... —la llamó nuevamente, pero ésta vez la miró.

Andronico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora