Estaciono frente a la casa de Seungkwan y apago el motor del Lincoln 90 de su abuela. Ahora mismo, me gustaría encontrar un hotel y dar el día por finalizado. Pero este trabajo no es del típico de nueve a cinco. Así que me volteo hacia Seungkwan, quien está ocupado destruyendo sus uñas, y le digo:
—¿Quieres que entre por un momento?
Él saca los dedos de su boca.
—Mi abuela todavía no llega, o ya estaría afuera con un cuchillo de carnicero.
Bien.
—Qué pena. ¿Dónde está?
—Su amiga Ilene usualmente la recoge los viernes en las tardes así pueden chismear —dice—. Es por eso que no estaba aquí cuando vinimos antes.
—¿Tu abuela trabaja? —pregunto.
—No. Ella solía ser cosmetóloga. Incluso maquilló a estrellas de cines cuando era más joven, pero ya no trabaja.
Inspecciono la gran casa blanca frente a nosotros, con sus persianas negras y puerta roja. No es ni de cerca del tamaño de la casa de mis padres, pero aun así debe valer algo. Estoy suponiendo que hay menos dinero ahora que la abuela está retirada.
—¿Quieres ver lo que mi abuela ha guardado en el refrigerador? —pregunta.
—Definitivamente.
Salimos del carro, pero en lugar de entrar, Seungkwan camina por la calle hacia un área llena de árboles frente a su casa.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto.
Él saca servilletas de su mochila y desenvuelve las sobras que guardó del almuerzo.
—Estos mapaches solían meterse en nuestra basura, pero mi abuela compró estas fuertes tapas para mantenerlos afuera. Funcionó, pero me siento un poco mal por ellos, ¿Sabes? —Seungkwan lanza la comida hacia los árboles y se dirige hacia la casa—. Si mi abuela descubre que los estoy alimentando, se volvería loca.
—Tu secreto es mi secreto.
Aun sí eres un hippie chiflado.
Seungkwan abre la puerta y entra, pero yo me detengo en la entrada. Dándome la vuelta. Luego me doy la vuelta de nuevo. Siento algo. No, detecto algo. Y estoy seguro que no son los mapaches.
Al otro lado de la calle, no puedo decir si hay algo ahí. Doy unos pasos hacia adelante y escucho. No escucho nada, pero sé que es él.
Un Coleccionista.
La sensación nunca me deja saber cuántos coleccionistas están cerca, pero la razón me dice que hay uno solo.
Sintiéndome como una idiota, digo—: ¿Mingyu?
Pero no hay respuesta. Solo hay seis de nosotros, sin embargo, esta sombra sale sobrando. ¿Por qué este tipo no se revela? Sé que la única cosa que puede matar a un coleccionista es remover su brazalete, pero ahora mismo me gustaría probar otras
alternativas. Repaso los coleccionistas en mi cabeza. Además de mí y Mingyu, están, SoonYoung, Jun, Minghao, y Chan. No puedo imaginar porqué alguno de ellos me seguiría. De hecho, pensaría que ellos tendrían miedo de hacerlo. No solo tengo cierta influencia en El Jefe, sino también soy quien realiza su continuo entrenamiento. Y la razón de esto no es un secreto: Soy el mejor.Camino de nuevo hacia la casa, mirando sobre mi hombro durante todo el camino. Cuando llego a la puerta.
Seungkwan está ahí.
—No es nada —digo antes de que pregunte—. Vamos, asaltemos la cocina.
Seungkwan y yo sacamos tres bolsas de papas, un envase de salsa de alcachofa, y dos latas de soda de naranja. Comemos, y yo trato de sacudirme la extraña sensación de que un Coleccionista estaba afuera de su casa. Pero no puedo. No entiendo quien habría sido, o porqué vinieron aquí. Mientras lo observo echar su bebida hacia atrás, todo lo que puedo pensar es, ¿Por qué Seungkwan?
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El Coleccionista - Verkwan (Adaptación)
FanfictionÉl hace que los chicos buenos... se vuelvan malos. Chwe Hansol es increíblemente genial, y él lo sabe. Su buena apariencia, encanto asesino, y sobresaliente confianza han hecho de él uno de los mejores del infierno; un coleccionista de almas. Su tra...