28' Papá

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Continuación de Lluvia

Siete años después

Según las indicaciones que había recibido hace apenas un par de minutos, aquel lugar frente a sus ojos era el correcto. Brooklyn era grande y sabía que tal vez no era el mejor sitio para crecer, por lo que le sorprendía un tanto que de todos los lugares en el mundo, aquel fuera el que la pelirroja escogiera para su retiro, sin embargo le llenaba el interior recordarlo como su hogar.

Había sido su hogar hace décadas y ahora parecía que por cuestiones del destino resultaría ser el de su pequeña.

El edificio frente al que se encontraba era viejo, la fachada de color magenta gastado lo dejaba bien en claro además del sin fin de grietas que la roca lucía principalmente en las orillas. El edificio tenía apenas un par de pisos y un sin fin de buzones con su respectivo número en el costado Se encontraban junto a la puerta principal, algunos escondidos entre arbustos mal podados.

En la calle contraria, un par de hombres intentaban subir un sofá viejo atado por una soga al tercer piso del edificio.

Steve reviso los números de los buzones y ahí estaba aquel que sus ojos buscaban: 102.

La ultima vez que Steve se había sentido tan nervioso ni siquiera la recordaba con claridad, en aquel momento las palmas le sudaban, sus manos estaban un tanto temblorosas y sentía el sin fin de nerviecillos que le jalaban desde la nuca y no le dejaban respirar en plenitud.

Al parecer eso de llegar tarde se le estaba haciendo costumbre. Primero había llegado setenta años tarde a la cita con la chica que alguna vez había sido el amor de su vida y ahora llegaba siete años tarde a la vida de su propia hija.

Steve pensó en retirarse.

Nadie lo había visto, nadie podría decirle a Natasha que él había estado ahí. Podría irse y nunca más volver y nadie nunca se habría dado cuenta.

No obstante, si hacía aquello, la culpa le carcomería por el resto de su vida. Porque no era una cuestión de ego, simplemente el rubio creía que tal vez era demasiado tarde e inoportuno para presentarse. Para finalmente conocer a Natalie.

El rubio miró una vez más el sin fin de buzones, intentando buscar en ellos, tal vez, la respuesta a todos sus problemas y después de meditarlo decidió qué tal vez sería mejor idea volver al día siguiente.

—¿Está esperando a que le abran?

Y de pronto aquella mujer de edad adulta había llegado a su lado, mirándolo con duda y cierto anhelo como solían hacer todas las mujeres.

Steve no supo qué responder.

—Yo estoy...

—Si quieres puedo dejarte entrar —interrumpió aquella mujer— para que no tengas que esperar tanto.

Steve aún seguía un tanto perplejo, confundido por las jugadas del destino.

—¿A quién buscas? —cuestionó la castaña mientras introducía la llave en la cerradura de la puerta principal del edificio.

Steve se aclaró la garganta.

—A Natasha —Steve tuvo que detenerse un par de segundos— a Natasha Rogers.

Romanogers little and big One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora