único

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Se conocieron en primer año de preparatoria, cuando no eran más que dos nuevos alumnos, llegados de diferentes instituciones.

Kim Taehyung observaba a todos con una mirada altiva y arrogante, un semblante fastidiado y un aura de desprecio a su alrededor entero; como si no perteneciera allí, como si hubiera sido trasladado en contra de su propia voluntad, alejado de las personas que él consideraba amigos, que pertenecían a su clase social. Un chico con una fiereza exterior que llamaba la atención a toda costa, bueno para ignorar y dejar las tormentas en casa, encerradas entre cuatro paredes que evitaban su tortura y le permitían vender una imagen adecuada y convencerse a sí mismo de que en él no cabía la debilidad.

Jeon Jungkook era simplemente introvertido, demasiado inseguro y desconfiado de los demás y de sí mismo como para atreverse siquiera a levantar la mirada y visualizar su nuevo ambiente, caminaba siempre con los ojos en dirección al suelo, pinchaba sus labios con el filo de sus dientes constantemente, caminaba encorvado y empuñaba las manos. Él no era un suicida reprimido, ni escondía marcas bajo el buzo que afloraban en sus brazos, no imploraba por su muerte ni expresaba su tristeza, Jeon Jungkook no era más que un papel en blanco frente a una multitud desconocida, un alma entristecida hasta el vacío que te roba la conciencia emocional y te desconecta de la realidad.

Completamente opuestos en el exterior, inevitablemente iguales en el interior.

Jungkook había sembrado y generado cierta intriga en Taehyung al permanecer en soledad, ubicado en el fondo del salón de clases, indiferente al mundo que lo rodeaba, así que convenció a su nuevo amigo, Hoseok, de conversar con el raro, porque, fuera de todo cliché semi depresivo, no había transcurrido un mes desde el inicio de clases antes de que empezaran a apodarlo así entre murmullos debido a su reservada personalidad.

A mediados del año, Jeon y Kim establecieron su amistad, compartían lugares, charlas y descansos. Taehyung relajó su postura y optó por integrarse al que sería su grupo hasta culminar sus estudios medios. Jungkook se adaptó a él, y sólo a él. Se amistó con Hoseok también, el castaño era simplemente alegre y tenía tantas historias que contar, que un rechazo a su compañía no cabía entre sus posibilidades.

Pero Taehyung le había devuelto las emociones, había sacudido su dormido interés por las amistades y una vida social innecesaria, porque Jeon Jungkook sabía que las relaciones eran propensas a quebrarse, y había perdido el completo interés en ellas; pero él quería más, a sus ojos, Kim Taehyung era algo idílico y le hacía sentir una inminente intriga, simplemente ganas de más.

Así fue como supo de la vida y comenzó a vivirla; y así fue como Taehyung comenzó a ser más consciente de su propia marea y aprendió a exteriorizar la crudeza de sus verdaderos sentimientos. 

Durante esa amistad ambos jóvenes aprendieron a conocerse a sí mismos y el uno al otro. Convivieron dentro y fuera de la institución en la que estudiaban, compartieron el calor de una cama durante noches de canciones y películas, conversaron hasta el amanecer, rieron hasta sentir dolor entre tanta felicidad que significaba tenerse. 

Kim Taehyung disfrutaba robarle besos a Jungkook de forma desprevenida, con la sola intención de molestar al que era menor que él por un año a pesar de cursar el mismo grado escolar, pues el chico tímido, enloquecido e inevitablemente enrojecido por la vergüenza encantaba su vida, aquello nunca significó que salieran de su zona de amistad, ellos nunca abandonaron el papel de mejores amigos aunque en ciertas ocasiones ante inevitables confusiones, sumidos en lo más recóndito y secreto de sus mentes, hubieran pensado en ello.

Una joven amistad con aires de una antiquísima relación. Una amistad demasiado extraña, expresaban sus compañeros; demasiado real, demasiado sincera, defendían ellos.

Atelofobia ➵ taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora