Epilogo.
Escucho sonidos que vienen del pequeño callejón sin salida.
-Quien anda hay? -pregunto mientras sostengo un bate de béisbol con las dos manos asegurándome de que no se me va a resbalar de las manos.
-Conque hay una curiosa eh. -habla una voz masculina, pero no alcanzo a ver de quien proviene así que me acerco un poco más. -Ven acá maldita niñita, no estoy de ánimos. -me grita y yo retrocedo, pero ya es tarde, un viejo de unos cuarenta y tanto de años aparece con un arma y dispara a mi rodilla y por acción de la gravedad, caigo al suelo.
-Por favor -digo con lágrimas mojando mis mejillas. -No me mate. -mi voz sale más aguda de lo normal por tratar de aguantar un sollozo.
-Nunca te han dicho que la curiosidad mató al gato. -dice y coge el bate que tenía al lado me da en la cabeza haciendo que me desmaye.
Lo único que podía pensar era, me va a matar, no debí haber venido.
Mi consiente me reclamaba una y otra vez, pero que esperar de una niña de solo trece años, no podía hacer nada.
Quería moverme, pero mi cuerpo no respondía.
Cuando al fin despierto trato de moverme de nuevo para salir corriendo, pero es imposible ya que estoy atada a una cama de madera.
Inspecciono la habitación y me encuentro al mismo señor acompañado de otros dos casi de la misma edad, veo como se susurran cosas entre ellos, para luego, quitarse los pantalones y dejar su masculinidad a la vista. Yo cerré los ojos con fuerza.
Grito con todas las fuerzas que me quedan, pidiendo auxilio.
Me iban a violar, solo era eso lo que me repetía, me van a violar. Quería retener las lágrimas pero era imposible.
El primer señor se hacer y me penetra haciendo que un horrible dolor y sentimientos de asco e impotencia se apodero de mí;dolía como el demonio, yo solo quería que acabara ya y me llevara con papá y mamá, los quería ahora mismo.
Lo único que hacía era llorar y gritar, gritaba con todas mis fuerzas, pero ellos solo se reían.
Apenas salió de mi interior el primero, el segundo no dudo e hizo lo mismo con migo.
Ya no podía más, no quería aguantar más, mi cuerpo no lo aguantaba y yo tampoco, así que me deje caer en los brazos de Morfeo, pero creo, que él no me iba a dejar despertar.
Me desperté completamente sudada; lo había soñado de nuevo. Han pasado ya seis años desde que paso ese horroroso suceso.
Había tenido terapias por unos 3 años, pero decidí dejarlas ya que no me ayudaban en nada.
Pero no crean que por lo que paso, deje que mi vida se fuera a la mierda, no.
Me dije a mi misma, lo que no te mata te hace más fuerte, y así fue.
Mis padres siempre andan al pendiente de mí, pero a distancia. Ellos dicen que no he logrado superar lo que sucedió, pero de todas formas, siempre me apoyan.