LIBRO II: 08 | Acero.

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24 de agosto, 2022. 14:08 PM

C.E.A.M.


La cabeza del médico rueda hasta mis pies, con la expresión de puro terror congelada en su rostro.

El tiempo parece detenerse, pero solo dura una fracción de segundo antes de que el caos explote. Un escalofrío me recorre la espalda, paralizándome en mi sitio mientras los gritos y el sonido de cuerpos chocando llenan el aire.

Cuando levanto la vista, un fuego azul se enciende en los ojos de Ryo y después se propaga por todo su cuerpo, y por un instante, apenas puedo ver su cuerpo dentro del fuego. Ziahn dispara; Reeve carga contra él con su energía roja, pero las balas se desintegran al contacto con el fuego azul, y la energía roja de Reeve no consigue atravesarlo.

A un par de metros de mí, Tyven deja a su esposa en la camilla, saca un bisturí y se abre una herida en la palma de la mano. La sangre flota en el aire y con un movimiento de mano de él, la sangre se solidifica y comprime hasta formar una hoja afilada. La lanza hacia Ryo con una precisión quirúrgica, pero solo consigue abrirle una herida en el costado porque el Alterado ya se ha lanzado sobre otro médico. La mujer pelirroja.

Ryo se aferra al cuello de la mujer y ese fuego azul incandescente la envuelve a ella también y empieza a devorarla. La mujer chilla desesperadamente.

—¡Ryo, suéltala! —grita Reeve, y parece a punto de lanzarse sobre él, pero algunos de los soldados, dos Suboficiales, le bloquean el paso e intentan hacerlo retroceder para protegerlo.

Después de todo, sigue siendo el hijo de la líder.

La sala se llena del hedor a carne quemada mientras veo con horror cómo la piel de la mujer se derrite, dejando su cráneo expuesto. Cuando Ryo la suelta, solo quedan huesos ennegrecidos.

Huesos.

Bocas se abren para gritar órdenes, y otros tres Suboficiales corren dentro del ala médica, moviéndose con una velocidad sobrehumana. Uno de ellos recoge el inhibidor y otro la llave, y los tres interceptan a Ryo desde direcciones opuestas, pero el fuego reacciona como si tuviera vida propia: dos brazos de energía se desprenden de su cuerpo, lanzándolos contra las paredes con una fuerza brutal. No se queman porque sus trajes los protegen, pero no vuelven a moverse.

El inhibidor vuela hacia la otra punta del ala, mientras la llave cae cerca de la camilla donde Aysel está tumbada, a menos de dos metros de donde estoy yo.

«Vamos a contar a cuántas personas se carga hoy», Ziahn murmura dentro de mi cabeza con un tono entretenido. «¿Sabes? La clave está en fingir que quieres ayudarlos pero dejar que los Alterados maten a tantos guardias como sea posible. Así hacen el trabajo por nosotras».

Mientras Ziahn habla en mi cabeza, veo que en realidad ella está disparando a los pies de Ryo. No tiene ninguna intención de detenerlo, a menos de que intente atacarla directamente a ella.

Por un instante, el caos parece detenerse. Desde la sala de experimentación, algo se mueve. La niña. Si figura tambaleante atraviesa lentamente las puertas, y mira a todos con confusión mientras se aguanta el llanto.

Se me corta la respiración. Porque veo el preciso instante en el que Ryo se vuelve para mirar a la niña.

Mis ojos vuelan hacia la pequeña llave, que está a los pies de Tyven. Aysel baja la vista y se da cuenta de lo que estoy pensando, así que compartimos una mirada durante una milésima de segundo. Por un momento creo que va a delatarme, pero la madre de Cyre asiente sutilmente en mi dirección y agarra a Tyven para acercarlo más a ella, desviando su atención de la llave, a pesar de que noto el miedo en sus ojos cuando su esposo se inclina hacia ella.

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