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La música retumba en lo que parece ser la casa de Taylor, el bullicio de la música y las risas llenan el aire de diversión. A pesar del animado ambiente, mis pensamientos se encuentran en otro lugar, en la mujer que me dió la vida, pero al mismo tiempo me negó como su hija.

Realmente me siento algo incómoda, el mensaje de ella sigue fresco, además que estar en este lugar, donde claramente no fui invitada y avisada con anterioridad, hace que sienta que sobro aquí. Todos parecen disfrutar la fiesta de la anfitriona, Taylor, susodicha que desde lo lejos deja de conversar de manera amena con un grupo de chicas al notar mi presencia.

Izan, quien parece estar ajeno a mis preocupaciones, disfruta el ambiente festivo con un movimiento de cabeza que sigue el ritmo de la música, este me  jala del brazo evitando de que me pierda entre la multitud efusiva que bailan y saltan con las manos hacia arriba sosteniendo botellas de licor. Incluso, me llegan a mojar con este.

Llegamos hasta donde se encuentra Nessa, en una mini terraza que brinda un poco más de espacio personal. Nos entrega una botella de licor a cada uno y nos insita en aceptarla sin rechistar.

–Yo no creo que sea buena idea...

—¡Vamos, Venus! Diviértete un poco—Me anima dándome unas palmadas en el hombro.

La miró un poco dudosa, alcohol más preocupaciones no creo que sea una buena combinación.

—¡Fondo! ¡Fondo! ¡Fondo!—Gritan mis dos amigos al unísono.

Una pequeña sonrisa se escapa de mi y decido disipar los pensamientos negativos para dar paso a la diversión. Les dedico una mirada cómplice antes de llevarme la botella a los labios y tomar el líquido de un solo tirón, el sabor me sabe tan mal, pero lo que puede hacer me sabe tan bien, es como un amor odio.

Aunque sé que el contenido sabe a vómito, no le pongo mucha importancia, porque lo que logra hacer cuando está en mi organismo pasa a primer plano.

—¡Joder!—Grito limpiándome la boca con el dorso de mi mano— No sé como me convencieron de hacer esto.

—No seas santurrona—Me recrimina de manera divertida Nessa—, solo fue una botella—Hace una pausa para tomar de un solo golpe un shot que le acaba de robar a un mesero que pasaba por el lugar—. Al menos no estas tan perdida a como lo está tu cantante.

Nessa me señala con la mirada el otro extremo de la habitación. En un lugar un poco más apartado del gentío y de las luces de las fiestas, se encuentra Cayden con Thiago a un lado, el asiático parece estarle informando algo, pero el cantante se encuentra con la mirada perdida y una copa en su mano que pareciera haber sido rellenada más de una vez.

—No le prestes atención—Susurra Izan agarrándome del mentón para desviar mi atención hacia él—. Ya lo conoces, sabes que es un maldito alcohólico.

Lo observo por unos segundos, unos segundos tortuoso para ambos, para él por la incógnita que guarda mi mirada al estarlo analizando más de lo normal, para mi por el simple hecho que he estado comenzando a olvidar porque me gusta o gustaba...

A este punto he perdido mi foco principal, mi deseo de poder superarme una vez por toda sin importarme a quién me llevó o atropello a mi paso; he perdido mi camino, mis ideas, mi plan.

Todo.

El estar cada vez más involucrada en la vida del cantante, que se encuentra a pocos metros míos, perdido en su cabeza, perdido en el licor, ha hecho que me involucre cada vez menos en mi misma. He perdido mi rumbo y ahora no sé en qué tiempo, en qué espacio, en qué capítulo de mi vida me encuentro.

El Lamento de una estrella (Un amarre por accidente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora