Prólogo

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Una melodía a lo lejos se escuchaba tan única y vivante a través de las paredes del inmenso lugar, puesto que hoy el sol no dormía todos en el lugar sabían de donde provenía esa melodiosa tonada.

La habitación, la cual no permanecía quieta puesto que no fue creada para pertenecer a un solo lugar por ende ella decidía donde y cuando quería que la habiten, tampoco dejaba sus puertas abiertas para que cualquier ente entrase. Era raro que los días en donde el sol no dormía esta aparecía, pero en los días en donde las lunas se turnaban para ver la belleza del lugar esta no mostraba rastro alguno.

Hoy era un día de gozo, no sólo porque hoy el día era brillante y hermoso, sino porque la habitación apareció justo en el momento adecuado o quizás la Diosa ya sabía dónde estaría situada.

Los pasos se hacían cada vez más marcados y agiles, la melodía aún se oía y dentro se apreciaban tonos que no llegaban a oírse detrás de las paredes de mármol. Los pasos había comenzaron torpes y sin experiencia, pero al pasar el tiempo, y repetirlo una y otra vez, la coordinación mejoraba. Es irónico ya que sólo uno del par era el que no tenía experiencia y el otro tenía toda la paciencia para que saliera perfecto.

La mirada de ella fija en sus pies, para poder seguir el ritmo de su acompañante y no recibir un regaño, lo cual nunca ocurría, pero ella siempre decía "Es mejor prevenir" Al contrario de él, su mirada estaba todo el tiempo observando cada cosa de ella y no sólo si le seguía el compás, puesto que él jamás la regañaría por una cosa tan tonta, preferiría equivocarse apropósito para demostrar que tampoco era perfecto, pero eso sería mentir y eso jamás podría pasar.

- Lo haz vuelto a hacer –. La voz tan firme, pero no dura ni chocante había hecho que no sólo la música cesara, sino que ellos dejaran de seguir el ritmo, un suspiro salió de los labios de ella.

- Lo sé, si sigo así no llegaré al baile de las siete lunas -. La cara de ella denotaba preocupación, era un baile sumamente importante en ella la Diosa sería coronada, todo tendría que salir perfecto.

El dúo se encontraba en el medio del salón sobre una plataforma lisa, transparente de cristal, la cual estaba cubierta por zafiro en un trabajo excelente, claro está que eso la habitación decidía si quería cambiar o no. La plataforma estaba suspendida a treinta metros de altura y se iba moviendo al compás de la canción, los que se posaban en la plataforma tenían que seguir el ritmo del lugar, era como si el lugar fuera el bailarín principal y los demás sus extras.

- Una vez más –. Exclamó ella.

- Pensé... -, susurró él para si mismo – no importa.

- ¿Dijiste algo, Lion? – el nombrado negó sin despegar su mirada de los ojos violeta de la chica.

Sus manos se acercaron, pero no se tocaron, ella cerró sus ojos y soltó un largo suspiro, y con ese suspiro sus miedos también se esfumaron, estaba decidida a hacerlo perfecto no importaba el costo.

- ¿Lista? – preguntó Lion, un suspiro escapó de los labios ajenos, observo como suavemente sus ojos volvieron a abrirse y sólo necesitó eso, esa sonrisa tan brillante, armoniosa y perfecta, y esos ojos grises los cuales él podía reflejarse. Entonces, sólo entonces ya sabía que estaba preparada.

El baile de las trece lunas estaba por comenzar y no sólo era importante el baile, sino que esa noche se definiría algo que nada ni nadie estaría listo para recibir, los entes del lugar estaban tranquilos, pero algo se desataba, algo fuera de aquella habitación, más allá del imponente lugar, cruzando los cielos e incluso el manto negro que rodeaba a los otros cuerpos celestiales. No obstante, había quienes sabían lo que pasaría y ya iban preparándose para el peor escenario sólo faltaba una cosa o más bien un ser, ese alguien que debería de aparecer en el momento indicado como si fuera un milagro un mensajero divino, pues nadie desearía otra guerra. 

Mientras tanto sólo quedaba esperar al gran evento, el cual marcaba los tres mil cuatrocientos cincuenta y dos años de paz tras el tratado de Alquimia, tratado por el cual se habían salvado incontables almas, espíritus y cuerpos. Fue una decisión precipitada luego de casi cuatro mil años de guerra, la decisión fue vista como un milagro y ese milagro era un ente que hasta el día de hoy sólo se sabe que cada mil años hace su aparición dotando de dones inimaginables al siguiente que traerá paz y estabilidad a los reinos.     

Alquimia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora