CAPÍTULO 3.

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—¡Heli! — decía Mike moviendo mi cuerpo de un lado a otro intentando despertarme.

—Ya, ya — estoy tan cansada que si fuera posible dormiría un día entero.

—No quiero llegar tarde a la escuela, papá dice que tenemos que ir juntos — me reprocha mi hermano.

—Ve solo, adelántate— le sugiero tapando mi rostro con la almohada.

—No puedo, aquí está prohibido que los menores de doce caminen solos por las calles ¡y yo tengo diez! — Mike quitó la almohada de mi rostro mostrando unos hermosos ojos almendrados.

—¡Ya Mike! — Estaba de mal humor, los ojos de mi hermano se mostraban al borde de las lágrimas — estaré lista en quince minutos ¿vale? — le tranquilicé, Mike asintió y bajo las escaleras emocionado.

Que inocente era, estaba emocionado por asistir a una de las peores escuelas del planeta.

El único baño de la casa era demasiado pequeño, con dificultad me duché, el agua estaba realmente helada, una vez estuve lista bajé las escaleras, me encontré con la enorme sonrisa de Mike, ya llevaba puesto el morral para la escuela.

Mamá había preparado el desayuno, bueno, nos había servido cereal con leche, sus pocos conocimientos sobre cocina no daban para más.

—¿Y papá? — pregunté, añoraba los deliciosos desayunos preparados por él.

—Ha tenido que irse a Shidet— responde mamá, luego habla en todo serio — Helia, también tendré que partir a Shidet, es orden del consejo, ¿lo entiendes verdad?

Asentí pero no lo entendía.

Se supone que mi padre al ser su esposo podía reemplazar a mamá en la reuniones, ¿por qué tendrían que asistir los dos?

—¿Cuándo? — pregunté.

—Hoy mismo— respondió —. Helia estará a cargo — habló dirigiéndose a Mike quien lloraba en su regazo.

—Vale mamá, seré un buen chico y me portaré bien, haré caso a Helia — dijo mi pequeño hermano limpiándose las lágrimas.

Si las directivas necesitaban la presencia de mis dos padres en una reunión significaba que las cosas realmente se estaban poniendo feas, hubiera querido preguntárselo a mamá pero debido a Mike no lo hice.

Mamá salió junto con nosotros pero tomamos direcciones opuestas.

—Adiós, mamá — habló Mike mientras agitaba su mano para despedirse, lo imite.

De camino a la escuela noté que mi hermano intentaba contener unas lágrimas, caminamos en silencio.

—Regresará pronto, ya verás Heli— me dijo, como si yo fuese quien necesitara tranquilizarse.

En las calles había menos guardianes que la noche anterior, eso de que había paneles que semejan al sol era cierto, aunque estos resultaban incluso más escandaloso.

Con ayuda de las indicaciones de un viejo mapa de los libros de mi padre logramos llegar a la escuela, esta no era más que un viejo edificio, la manito de Mike sudaba, estaba nervioso.

Dejé a mi hermano en su salón de clases, y me dirigí hacia el mío, los muros de la escuela resultaban ser demasiado viejos y el piso estaba algo agrietado, en Mir era todo muy diferente.

Me senté en la última silla del lugar, no había ningún alumno cuando entré, poco a poco fueron llegando. Justo antes de que el docente iniciara la clase sobre cuidado de las plantas, entró simón y me saludó con una sonrisa, se sentó a mi lado.

El ópalo de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora