Sobre mis pasos

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Y ahí estaba yo, tirado en aquélla esquina y sin abrigo, sometido a una inmensa y fría oscuridad. Ahí estaba yo, solo e inmerso en un oscuro abismo de soledad del cual, nunca podría salir por mas que deseara desde mis entrañas.

No estaba perdido, nunca lo he estado, así como nunca he tenido un lugar al cual pertenecer; lo que me ha llevado a conocer muchos lugares y personas de todo tipo, buenas y malas; borrachos, vagabundos, vendedores ambulantes… (las mejores personas son las más bajitas y de aroma a caramelo, están dispuestos a compartir tu comida y una palmadita)

Fui lastimado, quemado, maltratado e ignorado, era todo una rutina monótona y monocromática; alabo a aquél que me haya brindado los rayos de un sol brillante cuando mas necesité, así como maldigo a aquellos infames egocéntricos que solo mal tratos llevaron a mi ser.

A pesar de todo esto, no me quejo de la vida que tuve. Puede parecerte gris, pero en realidad habían momentos de color rosa; una vez me enamoré.
Y ahí estaba ella, con su aroma a caramelo, dando pasos cortos y con la vista al suelo; esa fue la forma en que se dio cuenta de mi pobre presencia, la única en detenerse en mi con una mirada tierna y generosa. La persona más generosa que pudo haberme encontrado.

En mi diario ambula, llegué a un claro cubierto de bello césped, personas con aroma a caramelo corrían de un lado al otro; ahí estaba ella, mi amor quién me brindó alimento (a mi estómago y corazón) por los últimos dos meses. Una vez llegaba al lugar de nuestro encuentro, no dejaba de seguirme fuera a donde fuera, era como esos diminutos seres que me habían seguido durante largo tiempo sobre mi lomo (pero de menos molestia).

¿Quién diría que tres meses, se irían volando cual ave que emprende en su vuelo? Pues así como todo lo malo cesa en algún momento, lo bueno lo hace de esa misma manera.

Empezó siendo como el mejor de todos los días. Yo me encontraba en brazos de mi amada que caminaba al frente del claro de césped; un pequeño cubo metálico nos elevó a lo más alto del gran cubo de colores, era como estar en sus entrañas. Al llegar a nuestro destino, ella colgó un extraño lazo alrededor de mi cuello; no era molesto, por alguna razón, me sentía más amado que nunca, o al menos hasta que una persona de mayor tamaño llegó junto a nosotros, pidiendo mi exilio del lugar.

Y ahí estaba yo, de nuevo, solo y sin hogar. Como siempre debió haber sido. Agradezco a mi amada por mostrarme aquellos sentimientos, por no dejarme morir, sin siquiera haberlos conocido.







Nota de autor: Esta historia salió de la nada, no hay más capítulos ni nada. Espero les haya gustado y gracias por leerla ^^

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